31 de diciembre de 2008

Nocnitsa


La sonrisa de aquellas chicas era la plena encarnación del depressive black metal, una oscura apertura de labios maquillados con estriado carmín negro y miles de fantasmas abatidos saliendo de sus dientes. Tenían las pestañas como curvos garfios de carbón y algunas de ellas habían echado mano de la sombra de ojos para esbozarse unas ojeras. Hablaban bajo, entretejiendo una red de palabras espectrales y alguna risa aislada, enferma, similar a la rotura de una lápida. Parecían clones mortecinos, con el pelo lacio enmarcándoles la cara como un sombrío sudario y el pecho apabullante a causa del corsé, nada disimulado bajo el manojo de cruces invertidas, anks, abalorios negros, y calaveras que colgaban de su cuello.
No tardaron mucho en rodear a Serab, que se había sentado en su tétrico rincón, como místicos haces encendidos. Lo miraban con curiosidad urente y silenciosa aquellas niñas pálidas y de adusta tristeza, y se mordían la cara interna de los carrillos con sus dientes, "-Que serán de leche-" pensó, humedeciéndose los labios amargos, Serab. Aquellas jóvenes góticas buscaban inmolarse, derramar su subversiva sangre en aquel sótano deprimente, intoxicarse de depravación, humo y las manos grises de Luzbel. Como cada noche.
Ellas lo sabían; él lo sabía. Serab inspiró antes de lanzar la primera dentellada el olor azmizclado de sus pechos.
La lúgubre música de Shining sonaba sobre sus cabezas.

28 de diciembre de 2008

He oído a los charlatanes...

He oído lo que decían los charlatanes sobre el principio y el fin,
Pero yo no hablo del principio y del fin.

Jamás hubo otro principio que el de ahora,
ni más juventud o vejez que las de ahora,
Y nunca habrá otra perfección que la de ahora,
Ni más cielo o infierno que éstos de ahora.

Instinto, instinto, instinto.
Siempre el instinto procreando el mundo.

Surgen de la sombra los iguales, opuestos y complementarios, siempre sustancia y crecimiento, siempre sexo,
Siempre una red de identidades, siempre distinciones, siempre la vida fecundada.
De nada vale trabajar con primor; cultos e ignorantes lo saben.

Seguro como lo más seguro, enclavado con plomo en las columnas, abrazado al poste firme,
Fuerte como un caballo, afectuoso, soberbio, ecléctico,
Yo y este misterio aquí estamos frente a frente.

Limpia y tierna es mi alma, y limpio y tierno es todo lo que no es mi alma,

Si falta uno de los dos, ambos faltan, y lo visible es prueba de lo invisible,
Hasta que se vuelva invisible y haya de ser probado a su vez.

Cada época ha humillado a las otras enseñando lo mejor y desechando lo peor,
Y yo, como conozco la perfecta justeza y la eterna constancia de las cosas,
No discuto, me callo, y me voy a bañarme para admirar mi cuerpo.

Hermoso es cada uno de mis órganos y de mis atributos, y los de todo hombre bello y sano,
Ni una pulgada de mi cuerpo es despreciable, y ni una debe ser menos conocida que las otras.

Me siento satisfecho: miro, bailo, río, canto;
Cuando mi amante compañero de lecho, que ha dormido abrazado a mí toda la noche, se va con paso quedo al despuntar el alba,
Dejándome cestas cubiertas con lienzos blancos que llenan con su abundancia mi casa,
Yo las acepto con naturalidad,
¿pues habría de tasarlas hasta el último céntimo para conocer exactamente el valor de su regalo?

Walt Whitman

26 de diciembre de 2008

Televisión

La miró sin que se diera cuenta. Acurrucada en el otro extremo del sofá, entre la manta, la jarapa y los cojines, parecía una larva desvaída. La luz de la televisión acusaba los peraltes y hundimientos de su cara, con sombras y un resplandor ficticio. Las mejillas ardían en azules llamas intermitentes. De vez en cuando se agitaba dentro de su crisálida, y un pie descalzo asomaba en la ladera (pie que se apresuraba a tapar con el borde de la manta sin apartar la mirada de la pantalla). Fruncía en ocasiones la boca y la levísima estría que dividía su labio inferior en dos partes iguales se hacía más honda y más apremiante.
Estaban a oscuras. Los ojos claros de ella, mortecinamente pálidos, heridos por dos afiladas pupilas, se entrecerraban. Cada vez parpadeaba más lento. Sonrió. Se humedeció los labios con el ápice de la lengua y la mantuvo durante un instante en la comisura izquierda. Lo miró. Dos bultos emergentes, las piernas de ella, bajo la manta, se cambiaron de posición pausadamente. Apoyó la espalda en el reposabrazos y ladeó un poco la cabeza. Adormilada, taimada, virtual, próxima al paroxismo…
-¿Me quieres besar?
-Mucho, mucho…- la voz de él bronca, apenas audible, subterránea y temblorosa.

24 de diciembre de 2008

Infinita Ingenuidad

*Por ser el primero, serás mi último pensamiento.*
Miro tus manos, buscando un vestigio que te condene a ser mío. Y no lo encuentro.



Love of Lesbian. Universos Infinitos



23 de diciembre de 2008

El Maravilloso Mundo del Surrealismo Pop






O también llamado Lowbrow Art.
Imaginería de los 50, 60, infancia, tétricas estampas oníricas, crueldad infantil, colorines de ensoñaciones enfermizas, corrosiva inocencia putrefacta.
Peluches, piel, venas del subsuelo.
Lewis Carroll extasiado.
Inquietantes parajes de los hermanos Grimm y niñas enfermizas, aturdidas y lascivas entre los troncos retorcidos de un árbol.
Nínfulas etéreas, de radiaciones violáceas y nudillos rojizos.
El Surrealismo Pop es deliciosamente macabro, sórdidamente dulce. Es una pesadilla de terciopelo, agradable a la vista, turbadora.
Descorre el telón.
¡Entra!


21 de diciembre de 2008

Das ist Alles

Luz muy fría. Un poco displicente, entraba por la ventana y caía sobre la cama, llena de tibiezas y pliegues. Ella se despertó y sintió pudor. Se apresuró a cubrir su desnudez pálida con un sutil camisón, abandonado en las profundidades de su maleta de mano. Miró al cuerpo dormido que le daba la espalda y se sintió absurda, pegajosa y macilenta, estando despierta, de pie, y con las piernas lácteas descubiertas. Miró la habitación, más álgida que por la noche. Miró la puerta, Miró la cama. Lo miró a él, que respiraba como el cachorro de un carnívoro. Ella se acercó y observó la boca dormida, un poco abierta. Recordó una frase que había leído no sabía dónde, una interrogación cardinal...
"¿Es un oprobio el amor perruno, que se disfraza de fidelidad o servil prontitud y jamás de los jamases confesará la devastación de su deseo?"
Luego continuaba diciendo algo así como que todos los mamíferos se quedaban tristes después del coito.
Ella decidió irse a duchar, sabiendo que terminaría llorando. No convenía adelantar lo que por sí solo vendría y, sobre todo, sobre todo, jamás revelar la enfermedad correosa..."el abismo de los imposibles"... su amor rodeor.
Cuando salió de la ducha, algo temerosa de verle, él se había despertado y estaba sentado sobre la cama. Observó su espalda y brazos atezados, uno de ellos apoyado en la cetrina mesilla. Se volvió y le sonrió. Hablaron durante un par de horas; bromearon. Ella contestaba con una expresión de alegría bastante convincente, y se esforzaba por que sus ojos simularan la hilaridad o calma (que no tenía). Él no notó las veces que miraba, suspendida, por la ventana, conteniéndose por no gritar, llorar, golpear su pecho y decirle cuánto le odiaba por no quererla. Así que, aunque su mente estaba remota, en océanos de desesperación, rabia y dolor, ella seguía con esa mueca entre indiferente y distraída. La impasibilidad, las contestaciones desdeñosas, aunque fingidas, suponían un ataque sutil al verdadero despego de él, quien consideraba que ambos desempeñaban un juego despreocupado y trivial en sus encuentros.
Llegó el momento de irse. Ella no le acompañaría abajo, se quedaría en la habitación hasta terminar de recoger todo. Le besó la frente y se fue, diciendo alguna broma que ella no escuchó.
Salió al balcón. Las letras del rótulo de una tienda "DAS IST ALLES", titileaban insulsamente. Sintió un leve mareo y entró antes de verle dejando atrás la puerta del hotel.
Se apoyó en la pared. Los iris opacos, ahora húmedos y rotos. Aún con la sonrisa en los labios, que se descompuso en una mueca agria y en un gemido mudo, se deslizó sobre su espalda hasta quedar sentada en el suelo, con las piernas exánimes de una muñeca de trapo y la misma mirada muerta. Hincó la barbilla en su pecho, amurralló la cabeza con sus brazos de nieve y anublaron la habitación convulsiones y lágrimas ácidas.
- Das ist Alles... ¡Esto es todo...!- lloró, sola y encogida.



.

20 de diciembre de 2008

Último Día


De la tierra emergían enormes meteoros dorados. Los socavones, como heridas abiertas en los suelos de greda azul, expulsaban sonoros salivazos de luz y cometas. Igual que un silbido, como el sonido veloz de una rama agitada al aire, las aguas se revolvían en el cuenco de los lagos y en las hebras de los ríos, echando espumarajos, guijarros y gotas. Las nubes combatían entre sí y sus cuerpos desmembrados, desangrándose, creaban en el cielo corrientes rojas y negras y que se deshacían en miles de nimbos huecos. El Véspero, Venus, agonizante en la cúpula. La Luna blanca y sucia de grosella, temblando. Cinco ciclones devastaban los campos; los tifones arrancaban la arena. Las playas se despeinaron, los cimientos expirantes del cosmos caían. El cielo se llenó de agua salada; se abrieron grietas en las montañas supurantes y salió magma, semiente, fuego.
En una hondura del terreno, dos cuerpos se arañaban. Uno encima del otro. Las borrascas impactaban en su piel y, tras ellos estaban las vísceras púrpuras del cielo estallando.
Ruido del golpe de una piedra contra otra piedra. El océano reventando los diques. Ramas, suelo, raíces, fisuras.
Los estertores del mundo eran el vaivén de sus piernas, el gemido pendular de sus bocas, el relente de sus muslos; su respiración. Chocaban llorando y riendo. Por cada escalofrío de sus vientres, por cada aullido, por cada vez que ponían los ojos en blanco y se mordían la boca, un cascote del orbe se desprendía.
Tenían los pies hundidos en la tierra oscilante, manchados del barro del Último Día.

17 de diciembre de 2008

Afirmo



La niña de las gruesas trenzas y ojos violetas habla con un un oso gigante. El pelo del oso es rosa, algo chamuscado y bastante pastoso. Ella evita rozarle con los dedos, ya que le da la misma dentera que cuando palpa algodón. Por lo demás es un oso agradable: tiene los dientes limonados y las almohadillas de sus zarpas muy suaves.
-Vivo en un libro a medio acabar.- Dice la niña de la gruesas trenzas. El vestido de topos apenas se ciñe a su minúsculo cuerpo.- A veces aparecen canciones de Cranes en los márgenes del libro, escritos con una caligrafía ventruda. Y poemas de Whitman. Y éxtasis de leche y canela por cada punto. Resina solar y tildes sin tinta. ¡Y no hay un capítulo que no termine en un beso sin lengua...!¡Un beso de los que se da con los ojos cerrados...! Puagg... Me estoy volviendo cursi.
El oso mece su enorme cabezota peluda, similar a un ovillo nimbado. Habla con la voz que le dio el sobrenombre de "El Profesor":
-Afirma lo que quieras, mientras el libro sea de Dos Passos.

16 de diciembre de 2008

Fausto


"Ah, Faustus,
Now hast thou but one bare hour to live,
And then thou must be damned perpetually!
Stand still, you ever-moving spheres of heaven,
That time may cease, and midnight never come:
Fair Nature's eye, rise, rise again and make
Perpetual day; or let this hour be but
A year, a month, a week, a natural day,
That Faustus may repent and save his soul!
O lente, lente, currite noctis equi!
The stars move still, time runs, the clock will strike,
The Devil will come, and Faustus will be damned.
Oh I'll leap up to my God! Who pulls me dowm?
See, see where Christ's blood streams in the firmament!
One drop would save my soul--half a drop. Ah, my Christ!
Ah, rend not my heart for naming of my Christ!
Yet will I call on him:
Oh, Spare me, Lucifer!..."

Doctor Faustus. Marlowe

14 de diciembre de 2008

"...Mis ojos, que quisiera desafiantes y presiento turbios de súplica cuando se fijan en él, melancólicos, le interrogaron pero no para preguntarle "¿qué vamos a hacer?", sino "¿qué esperas de mí?". Como podría haber supuesto yo de antemano, ni a lo uno ni a lo otro habría de responderme. "

La Hermandad de la Buena Suerte, Fernando Savater

13 de diciembre de 2008

II

He fumado mi vida y del incendio
sorpresivo quedan
en mi memoria las ridículas colillas:
seres que no me vieron, mujeres como vaho,
humo en las bocas, y silencio
por doquier, como un sudario
para lo que no quise ser, y fue
como vapor o estela sobre las olas ociosas, niños con marinera
que en la escuela aprendieron el Error.

No había nadie en aquel pozo, estaba
vacía la cárcel, pienso cuando
abriendo al fin la puerta, y descorriendo
por fin el cerrojo que me unía
inútilmente a las águilas, y me hacía
amar las islas y adorar la nada,
descubro
banal, y sonriéndome, la luz.

Leopoldo María Panero. The End.

Arroz amarillo y piedras famélicas


La nieve es espuma de afeitar. Gordos coágulos cayendo sobre su vientre grumoso. Ayer no nevó, pero hoy ha eclosionado el cielo, la mucosa frágil; la suave llaneza de espuma en la que choca mi credo débil.
Ayer Zabe habló, tras una mesa y ante una bandera que no es la suya. Para que fuera suya tendría que ser más alga, menos gualda, menos sangrante y más azul que aquella ( Por dentro se desagua su en apariencia calmada bandera. Hemorragias. Infecciones). El estómago blanco. Las manos negras.
Habló Zabe pasando un PowerPoint. Habló en su inglés incisivo. Habló desde su boca franca, que a menudo se cierra pero que sobre todo sonríe. Vimos a su padre ciego, a su madre analfabeta (aquella que le mandó una calabaza que pretendía decir "eres pobre. No lo olvides." ) Habló con una voz que acalló la guerra. Habló del arroz de Sierra Leona; del poblado más pobre, del lugar más pobre, del país más pobre: su poblado. Las palmas de sus manos ya no son amarillas, como cuando comía, única vez al día, su arroz azafranado: aquí come con cuchillo y tenedor, y se abre el color de madera negra en sus dedos delgados. Habló de los jóvenes de ébano que andan millas para ir a la mísera aula de secundaria donde estudian. Estudian. Trabajan. Trabaja ese pueblo herido, correoso, limpio y raso; mutilado por la guerra pero vivo.
Zabe quiere estudiar Derecho, pero va a primero de Humanidades. Prometió que la próxima charla la diría es español.
"¡Sus amigas!" del colegio mayor, como las presentó con un gritito ahogado, la escuchaban en la primera fila. Dijo, repitió, que ellas habían celebrado su cumpleaños. Era el primer cumpleaños que celebraba en su vida. Pusieron globos en su puerta, la llevaron una tarta. ¡Sus amigas!¡Sus amigas!¡Éstas son mis amigas!... Todo en ella es Verdad, trascendente. ¡Mi amiga, mi amiga! ¿Qué hay más terminante qué verse muerto, torturado, o violado, y ver las marcas, como serpientes, de escaras, cicatrices de machete en tu cuerpo? No cabe la ficción en su rostro sereno, ni la mentira.
En el proyector, su tierra, la escuela que "cuando llueve, no hay escuela", los huesos evidentes de niños desnutridos. Ella vestida de sevillana con su familia de España. Una foto de cuando recuperó su equipaje, que se había extraviado con sus exiguas pertenencias ¡pero que eran suyas!... Perder sus escasos vestidos, sus mínimos objetos personales... perder la triste maleta que habría ordenado meticulosa antes de cambiar de mundo, de cielo y aire.
Habló de "Grandpha", también allí presente, misionero que halló, que ve corroborado día a día, su sentido en las penurias de Sierra Leona. "Todos son felices cuando ven a Grandpha"; y "Grandpha", navarro, mirada de fuego, secuestrado, torturado, amenazado de muerte (tenía fecha de ejecución) escuchaba hablar a "su negrita" en la sala de conferencias de una universidad española con los brazos cruzados y los ojos ardiendo y húmedos al tiempo.
Nada trocó su sonrisa amplia- "in my country, we are very nice and we have a very nice smile"- mientras ella y otra sierraleonesa cantaron. Sólo al final, al final, su voz se descompuso, un agudo y gutural quejido de ambas. Perdieron la melodía, callaron y se llevaron las manos bellas, juncales, oscuras a los ojos que rompían a llorar.

9 de diciembre de 2008

La suma

[...] Y cuéntales a todos los niños el hermoso
relato mágico. Locura múltiple, maya.

Árboles mágicos y tristezas de

la niña, y la más pequeña de todos los

hermanos,

en el pesebre hecho de tiza.

***

Mi amada que no quiere amarme:
Mi vida que no puede amarme:
Las seduzco a ambas.

Ella con mis besos rotundos…
(En la sonrisa de mi amada la aprobación del cosmos)
La vida es mi arte…
(Protección frente a la muerte)
Así sin autorización vivo.
(¡Qué desgraciada teodicea!)

Uno no sabe.
Uno desea.
Lo que es la suma.

Jack Kerouac
   

No hay yo


-¿Cómo estás?
-¿Viva y tú?
- También... pero intento cubrir mis ojos y no puedo. Tengo las manos picoteadas y el Sol está mojado. Así que se me cuela por los agujeros de las palmas y me molesta.
- Dime que hubiera ocurrido si no hubiésemos conocido sin ninguna dirección.
-Hubiera arrancado una estrella. Sobre ella habríamos puesto nuestra hamaca y habríamos cultivado café.
- Hubiera ardido todo... la hamaca, el café, nosotros; todo. No se puede vivir en una estrella.
- Quizá tengas razón... pero lo que sí haríamos sería devorarnos cada noche. Deshacernos. Con las manos, con las uñas, con los dientes. Sólo quedarían dos iris exhaustos sobre la cama. Dos iris y dos párpados que los cubren y los acunan y los duermen. Por la mañana estaríamos completos, desayunaríamos colirio en barritas y a la noche volveríamos a destrozarnos. Yo te diría "¿Sabes? Todo es tal y como parece. Sólo eso."...Créeme, seríamos tan felices que ni notaríamos las piedras de la garganta ni el acre hedor del tiempo.

8 de diciembre de 2008

Come

"Merendando
tu arsénica sonrisa
vivo mi muerte"

(de alguien que no recuerdo)

7 de diciembre de 2008

Diciembre

Estaban sobre un puente de hielo rematado con bolas herrerianas.
Ella llevaba un vestido corto de lycra y leotardos gordos. También traía en las pestañas diminutas gotas de rocío y una bufanda enmarañada alrededor del cuello, que le caía desmayada sobre los hombros de su trenca, similar a una una boa calcinada.
Sus ojos a siempre estaban húmedos. Rodeaba con sus brazos el cuello de él, y miraba al río como lo haría una ondina aburrida.
-¿Aún no nos vamos?- dijo con un mohín, apoyando la barbilla en el pecho.
Él le dio un beso distraído para acallar su impaciencia.
- ¿No estás nervioso?
-Un poco, un poco. Es normal... no sé a dónde vamos, ni cómo será aquello. La incertidumbre... joder. Estoy asustado, la verdad.
- Confío en Tassego totalmente. Nos llevará a un lugar mejor.
Calló de lo mal que le sonó esto último. Un lugar mejor. Soplaba el aire en la nuca de ambos, una mano de hielo que azotaba las ramas de los entecos árboles y golpeaba con furia sus mejillas.
- ¿Recuerdas lo que dijo?
- ¿Que el mundo se queda pequeño?
- Sí, eso. Lo pútrido y ridículo que es. Su absurdez. Un mundo exiguo y necio para gente necia. Este no es nuestro mundo, sin duda. Ni estas son nuestras gentes. Sabes que... me repugnan ,me repugna toda ese gente estúpida, constreñida, orillada y me repugna su naturaleza y sus días y sus leyes. Y su debilidad sobre todo.
Ella lo miraba con sus ojos de muñeca enferma.
- Pero... aun así...
Algún eco de vida pareció brillar en los ojos de la muchacha. Y la voz le salió ronca y como con flemas.
- ¿Pero qué?
- Nada.
Un latigazo helado. Silbidos hirsutos sonaron bajo el vientre del puente. Viento.
- Mira, ahí está Tassego.
Llegaron ante aquel cuerpo informe, violeta y gris. Tassego era sólo unos vapores suspendidos. Entre aquellos nódulos de gas, dos labios humeantes, sangrantes, bulbosos, dijeron:
- Decirle adiós a la tierra. Decirle adiós a la arcilla infame, a los cielos acotados. Abandonáis el mundo, abandonáis vuestro cuerpo. ¡Soltar las cadenas ígneas! Morid para vivir.
Y les tendió, con sus dedos vaporos, con sus falanges gaseosas, un afilado cristal. Ella y su mueca yerma sonrieron al terror del chico.



Foc al pit

"Més foc al pit, més foc al pit, més foc
al pit! L’amor fa patir si fulgura?
I el cel no pot, de tants núvols, obrir
un diamant, fosc de neu i sutzura?
..."

Pere Gimferrer, Combat d´ amor

... ¿Dónde está tu héroe?
¿Quién es?
Le espantó lo mismo que a los ángeles ambarinos de tu almohada.

2 de diciembre de 2008

Prisa

Sam Jinks, Mad Midway

Cuando F anunció que iba a comenzar a escribir un libro en realidad quería decir que se iba a suicidar. Nunca le gustó montar el número, y callarse las cosas le provocaba una dispepsia atroz, asique la manera más prudente que halló para anunciar su muerte fue con un comedido disfraz: "Voy a escribir un libro, un buen libro, con buenos personajes. De los que luego hacen con la historia lo que les sale de los huevos. Sobre ellos no mandas".
F no mentía (mentir hacía estragos en las glandulas sudoríparas: la exudación masiva le enrojecía, le escaldaba, le abortargaba la piel), en cuanto terminara el libro, se apiparía de Sinogan.
Esa misma noche, decidió ponerse con su obra cúlmen. Mientras preparaba las cuartillas, recordó la mirada de Nora, su tímido embeleso, su voz rebosante de orgullo ante su propósito (Y la pobre, sin saber que con ello estimulaba la decisión de acabar con su vida casi tanto como si colocara con sus manos las maderas del patíbulo): "Harás una obra maestra, estoy segura."
F vaciló en la primera línea. El tablado de muerte, amigo, es el sendero. No te desencamines. Y comenzó a escribir con una máquina destartalada y robusta.
Decidió que la novela sería corta; unas cien hojas. No más.
Se podía decir que tenía prisa por morir.
Cierta impaciencia.



Bloc Party, Talons

29 de noviembre de 2008

28 de noviembre de 2008

Ídolo


Sara sacó el libro de su mochila. La portada era masticable; era chicle. En el centro, la pantalla opaca de las gafas-corazón y el vértice de los labios delgados de Lolita. Sara me dijo que tenía la misma portada rosa que sus libros porno. La miré. "Los de la Sonrisa Vertical" "Ah... ya. ". Recordé que algo me había comentado. Figurarme a Lolita me hacía sentir torpe, acorchada, varada, y me rodeé el vientre, similar a una bóveda de cuarto de esfera, como para apoltronarme en mi redondez y pasividad.
Nunca ansié, de niña, ser una nínfula que hiciera reventar a los hombres dentro de sus pantalones, al levantar los brazos- descuido meditado- y haciendo temblar mis senos impúberes, combando el vientre, o diciendo alguna espontánea ordinariez. No quise ser Lolita de todos, quizá si Lolita de alguien, pero nunca lo conseguí (es una contradicción, Lolita fue, es, será, de esencia divulgativa; de admiración común). Cierto es que no me sonrojaba mantener la mirada de los hombres. Desde pequeña aprendí a mirarlos. Cierto es también que entonces me mordía la cara interna de los carrillos, de manera que mis labios salieran poco, insolentes, y la boca se abreviara, al mismo tiempo que arqueaba las cejas en la más inocente expresión para arrancar su interés, aunque este se limitara a un vistazo azorado. En cambio, ahora, envidié la brisa de Lolita, su verdor diabólico. A mí me habían crecido las tetas y estaba embarazada. Ningún Humbert Humbert ardería hoy, babeante y sufriente, imaginando mis rodillas pálidas, sino que me hallaria gorda y zamba, repantingada en el asiento del autobús. No sé cómo pero acabé sintiendo una profunda tristeza. Pensé en mi marido. En nuestra historia.


Antes de darnos el primer beso - fue bajo el cartel rojo meteoro de una tienda de pósters (yo me compré uno de Cabaret y él otro de El gran dictador)- habíamos sido amigos durante un año y tres meses. Doce semanas después hicimos el amor en un diáfano y minimalista apartamento de un amigo indie y algunas más tarde nos casamos. La lata de tomate Campbell veló por nuestro abrazo tembloroso.

Él me escuchaba cuando hablaba. Me escuchaba de verdad, no sólo me oía. Me miraba con los dos taludes de carbón prensado que eran sus ojos. Permanecía suspenso, devoto, escuchando mi voz. A mí me gustaba que mis palabras profanaran su silencio cardinal. Me llenaba de euforia. Mi ardor narcisista se envalentonaba y hacía que un sarpullido me quemara el pecho. Salía de mi garganta un sonido raro, como un ronroneo flemático, como una untuosa lluvia.

Le hablaba de nuestros hijos. De que les leería a Rubén Darío, y a Cortázar y a Cernuda y a Chesterton. De noches cuentos de Jack London y novelas de Gaarder. Al varón,- pues el primero sería un niño- le haría ser tan amante como el Marqués de Bradomín, tan velado como Gregor Samsa, tan dedonado como Alonso Quijano, tímido como el Dorian Grey niño, despierto como Pierre Bezukhov, poeta como Orlando; con tanta estrella como Max Estrella y mudable como Werther. Leería La Regenta, Madame Bovari y Ana Karenina antes de cumplir los catorce.

La niña se mancharía las manos con tinta china. Sería como Remedios de Cien Años... o la Niña Chole, pero en rubia, y le gustaría oír "Rainbowarriors" antes de meterse en sus sábanas de Mickey con los pies fríos y los tirabuzones de cachorro despeinados. Leería Nuestra señora de París antes que ver El jorobado de Notre Dame y le gustarían los hombres de nuez marcada.

Le decía que los criaríamos a caballo entre Roma y España. Que los viernes nos pondríamos máscaras artesanales y leeríamos los cuentos que habíamos ido componiendo durante la semana. Harían sinestesias ilógicas, Greguerías, de cinco a seis, los jueves y buscaríamos gamusinos entre bosques grises...

[...]

En el frío y diminuto asiento del autobús, pienso que mi marido se ha aburrido de mí. Puede que fuera demasiado pronto... Yo debería estar en segundo de carrera. No le saco tantos años a Lolita, al fin y al cabo. Aunque estoy segura de haber envejecido de golpe, desde que él no me escucha como antes lo hacía. Él es quien rellena mis venas... y cada vez lo hace con menor afán. Miro por la ventanilla, algo empañada. Caen copos gruesos; delicada caída hacia la muerte. Pienso, pienso, casi únicamente, que los hombres no necesitan mucho tiempo para cambiar de Ídolo.

Lo creo firmemente.




23 de noviembre de 2008


"Cuando yo tenía doce años mi mejor amigo era hinchable. [...]
Era blanco, pero no de raza caucásica, sino blanco como el malvavisco, como Casper. Una costura le recorría la cabeza y los costados del cuerpo, y debajo del brazo tenía un pezón por donde se le podía inflar.
Al principio a mi padre no le gustaba Art, pero cuando lo conoció mejor lo odió directamente.
-¿Por qué anda de puntillas?- me preguntó-. ¿Es que es un hada o algo así?
- No, papá. Es que es hinchable.
- Pues se comporta como un hada. Así que espero que no andéis haciendo mariconadas en tu cuarto."
Fantasmas, Joe Hill

*:

Andan juntos.
Él a su lado. Ella lleva un plumas color cobalto muy hinchado. Le ondea el pelo a ambos lados de la cara -colorada por el frío-.
Él piensa que es hermosa. Sus labios se han encarnado. Son corales. Hace frío. Se entrecierran los párpados. Azotados. Hay viento.
¡Sus ojos son del mismo color que el cielo! ...Perla gris. Nubes: ceniza coagulada.
Ella lleva el pelo, el rojizo pelo, corto. Los ojos transparentes vagos, sin mirar los coches que los orillan. Siguen andando. Aveces se rozan el codo.
Él extiende la mano y la agarra la nuca. La acaricia y aprieta un poco. Deja pasar el pelo de ella entre sus dedos, desliza la mano hacia arriba. Le hace cosquillas en la palma. No está gélida. Ella, al contacto, se detiene sobre sus botines negros. Fija la vista en el suelo.
Ya no andan.

22 de noviembre de 2008

Elevator



-Los ascensores de la facultad de Bellas Artes se abren solos. Sin que nadie los llame.
Recordó, sin motivo -no tenía relación aparente con los ascensores-, las manos de la niña que iba en el autobús. Tenía los dedos manchados de rosa fosforito. Se le debió destintar un subrayador. Vestía un uniforme gris marengo y en las uñas conservaba restos de un esmalte descascarillado.
Nona llevaba buscando durante todo el día el cumplimiento de los presagios. Había despertado con la sensación de que algo insólito asaltaría sus horas inertes para chuparles el polvo. Ensueño. Ya lo apuntaba el olor almizclado de las hojas. El cielo había nacido más grueso aquel día. Más espeso el viento. Maléolos de arcilla. Lentos Algo suprarreal. Algo mágico. "Hoy es un día raro". Asy la miraba impávida desde su cara de ternera.
Un hombre con voz de barítono le pide matrimonio, hincando las rodillas en un charco sucio. El rostro pétreo en el que desembocaban los pasillos desnudos de la universidad oscila sobre los tres palos de acero que le servían de cuello. Y le lancean con esputos tibios.
Un sms ("Menos tu vientre, todo es confuso"), se materializa en una manta, que sirve de pasil para atravesar un río de tinta.
Nada de eso.
Nada pasa, aunque las taquillas parezcan fango. Nada pasa...
Salvo que los ascensores de la facultad de Bellas Artes, vieja, vieja, vestida con carteles y letras hechas con boli Bic se abren solos, sin que nadie los llame.

17 de noviembre de 2008

.. d'aquell cech foch qui· lls amadors s'escalfen.
Ausias March

"¡Que me acechas! ¡que me quieres palpar...! Dime, di que me buscas. Temo que me ignores como ignora el naufrago los vientos que le baten."

Se reza a sí mismo, ahogado con los millones de gotas del mar. Muerto el sueño, muerta la roca, muerta la pluma. Es letal su sueño, pero lo es más la vigilia. Toca, toca, toca millones de puertas, golpea los nudillos sobre millones de frentes. Toca, toca, toca.
No contesta su aliento. Su aliento diluido, suspenso.
No contesta su único Sol, enredado en galaxias vecinas de huertos vecinos.
¿Por qué, estando, no vienes?



Sin más

...
"Donde habite el olvido,
En los vastos jardines sin aurora;
Donde yo sólo sea
Memoria de una piedra sepultada entre ortigas
Sobre la cual el viento escapa a sus insomnios.

Donde mi nombre deje
Al cuerpo que designa en brazos de los siglos,
Donde el deseo no exista.

En esa gran región donde el amor, ángel terrible,
No esconda como acero
En mi pecho su ala,
Sonriendo lleno de gracia aérea mientras crece el tormento.

Allí donde termine este afán que exige un dueño a imagen suya,
Sometiendo a otra vida su vida,
Sin más horizonte que otros ojos frente a frente.

Donde penas y dichas no sean más que nombres,
Cielo y tierra nativos en torno de un recuerdo;
Donde al fin quede libre sin saberlo yo mismo,
Disuelto en niebla, ausencia,
Ausencia leve como carne de niño.

Allá, allá lejos;
Donde habite el olvido."

Luis Cernuda, Donde habite el olvido

15 de noviembre de 2008


Sweet communist,
The Communist Daughter,
Standing on the seaweed water,
Semen stains the mountaintop,
Semen stains the mountaintop.


With coca leaves along the border,
Sweetness swings from every corner

Cars careening from the clouds,
The bridges burst and twist around,
And wanting something warm and moving
Bends towards herself
The soothing proves that she must still exist,
She moves herself about her fist.

Sweet communist,
The communist daughter,
Standing on the seaweed water,
Semen stains the mountaintops,
Semen stains the mountaintops.

Neutral Milk Hotel, Communist Daughter.

Nunca


Espero que dos palabras
Se escurran de tu voz,
Y caigan al fango.
Que manchen
Los zapatos de charol
De las hormigas
Y la cordura del cielo.
Sería mi corazón
Una naranja arrugada
Y trémula.
Sería feliz
Dejándote amansar
Mis nervios y
dejándote pisar
el césped virgen
sobre el que yazco,
para que me mirases
Al decirlo. Y que creciera lo mismo en mi boca
y cayese ardiendo.
Son dos palabras viejas
Que saldrían de tu boca
Oliendo a nuevo.
¡Pero no lo dices!
Ni cuando,
Con su andar de sátiro
Y fuegos amarillos,
La noche
invita
A decirlo.
Ni entonces,
con los ojos borrachos,
con la mano quebrando estrellas,
y mi vientre bajo tu vientre de cobre,
dices esas dos palabras.

10 de noviembre de 2008

Hamlet



"Ser o no ser... he ahí el dilema.
¿Qué es mejor para el alma,
sufrir insultos de Fortuna, golpes, dardos,
o levantarse en armas contra el océano del mal,
y oponerse a él y que así cesen? Morir, dormir...
Nada más; y decir que así que con un sueño
damos fin a las llagas del corazón
y a todos los males, herencia de la carne,
y decir: ven, consumación yo te deseo.
Morir, dormir, dormir... ¡Soñar acaso!"

9 de noviembre de 2008

Band of Horses

Se sentó la niña que no era niña ( olía a niña, aunque su cuerpo tenía 16 años y sus pasos sonaba a mujer de 22), al lado del hombre. Éste tenía una sonrisa desollada balanceándose en la cara. Lloviznaba en sus ojos. Dos ojos lisos de voz fláccida. Dijo:
- Que el Sol salga hoy me parece una insolencia.
Él sintió un poco de hambre, como la premura de la vida, que sale a borbotones, que convulsa el cuerpo cuando inhala el olor de la carne muerta, de la carne inmóvil nuestro olfato de animal. El calor desesperado y ciego. El borbollón de ese calor se le reventaba por los tobillos. Miró a la niña que no era niña pero que olía a niña. Sintió vergüenza del mordisco que notaba en los gemelos y en los muslos. ¿Quién era ella?
¿Alguna vez había escuchado su voz? Dudaba. La miró: era vacilante, oscilaba entre una bruma densa. Quería atraparla con los dedos y se le llenó la boca de saliva al notarla subir por sus antebrazos. Le gustó porque la niña era una bruma llena de dolor y podía notarlo, parecía arañarle. Cerró los ojos, completamente borracho, excitado y loco.
Se frenó el viento. La niña dejó de ser bruma para volver a ser niña. Sonreía.
- Déjame ser tu viento.- suplicó, sin dejar de sonreír. Era la sonrisa más atormentada del mundo.
Era la primera vez que hablaba.
Sería un viento tan desnudo como aquel que le soplaba sobre los labios y le robaba el aliento.


Band of Horses. The Funeral

4 de noviembre de 2008

El Canto



Encontré Das Lied de Grosz en inglés. Merece la pena leerlo en alemán, pero eso me pasa por ir a las exposiciones (1915, La Vanguardia y la Gran Guerra, Museo Thyssen-Bornemisza, Fundación Caja Madrid) sin libreta y sin tiempo:

We contain all the passions
and all the vices
and all the suns and stars,
chasms and heights,
trees, animals, forests, streams.
This is what we are.
Our experience lies
in our veins,
in our nerves.
We stagger.
Burning
between grey blocks of houses.
On bridges of steel.
Light from a thousand tubes
flows around us,
and a thousand violet nights
etch sharp wrinkles
in our faces.
---
Tenemos todas las pasiones
y todos los vicios
todos los soles y las estrellas,
abismos y cumbres,
árboles, animales, bosques, corrientes,
Eso somos.
Nuestra experiencia reside
en nuestras venas,
en nuestros nervios.
Nos tambaleamos.
Ardiendo
entre bloques grises de casas.
En puentes de acero.
Luz de un millón de cámaras
fluye alrededor nuestro,
y un millón de violetas noches
graba crudas arrugas
en nuestro rostro.
***
¿De qué color es la guerra? Yo me la figuro polvorienta, ocre, vaporosa. De marrón y verde soviético. No la imagino en un día demasiado soleado, ni atardeciendo. La evoco discreta, térrea.
Arenosa y húmeda. Nunca brillante.
Distinta imagen me acude cuando pienso en la vida fuera del campo de batalla. Entonces es similar a los cuadros de Grosz, Dix y Rouault: rijosa, de un rojo obsceno, infernal, candente (todo arde, menos los muslos destemplados de prostitutas (la mayoría viudas sin mayor propiedad que su cuerpo), que son marmóleas, serenas y van maquilladas en exceso).
Cuadros agónicos. Deformados. Los dedos descarnados y sangrantes, los cuerpos enjutos. Hay una piedad, una ducha de soldados (Kirchner), un hombre desgarrado arrastrándose (Lembruck), campos asolados y rostros torcidos.Un carnicero. Fogonazos. Bombardeos. Caligramas surrealistas (Apollinaire). Y es que, señores...
C´ est la guerre!

2 de noviembre de 2008


Algo así de molesto como besar caras extrañas. Por cortesía.
¿Cuántas copas beberías para acostarte conmigo?
Son preguntas que te dejan destemplado. La boca aturdida.
Acompáñame a ver la exposición de Degas, por ejemplo, te dice, con la mente puesta más allá de las paredes que limitan tu campo de acción. En otra mujer, por supuesto.
Red de fuerzas inútiles, ciegas.
No sé dónde desembocan, desde luego, y menos ahora, borracha a fuerza de beber piña colada.
Dejo que caigan de la boca las palabras, sin pasar por el filtro de mi cordura.
juguemos a ser dos, bajo el cielo hostil, preñado de oscuridad.
Juguemos, sólo ahora, a querernos.
Chistes pésimos, sobre 20 cm. de chorizo. O algo así.
¿Puedo permitirme no pensar un día, no?
La mente volada. La medicina debajo de la lengua. Tú lejos, como un astro mojado.
Demasiada gente a la que parecerse.
Te juro que a cualquier persona que conozca la compararé contigo. Serán pálidos, en comparación. Serán tullidos.
Sin filtro...
no es un monólogo interior.
Es fiebre.

26 de octubre de 2008


Extraña cosa es el mundo.
No se bien lo que es, pero segrega linfa por todas partes. Esta linfa no tiene color, no tiene cuerpo, ni moja ni gotea, pero es altamente contagiosa para según qué personas. Se contagia por el olfato. Una vez que la inhalas, germina en tu estómago un abismo sediento. Sólo puedes percibir su olor raro, mezcla de almizcle, fuego y lobreguez. Así huelen los enigmas. Así huele la filosofía.
La filosofía es voraz. Siente tanta hambre que se convierte en un ser sanguinario.
¿Dije que el hambre es insaciable, pues el líquido nutricio es eterno y nunca se puede obtener todo?
Los afectados nunca se contentarán. Toda dosis es poca. El néctar está portodas partes. Enfermarán buscando obtenerlo todo.
Hambre, hambre, hambre. De bestia.
***

“¿Por qué no contentarnos con lo que , sin filosofar, hallamos en el mundo tal y como es? Por esta sencilla razón: todo lo que es y está ahí, cuanto nos es dado, presente, patente, es por su esencia mero trozo, pedazo, fragmento, muñón. Y no podemos verlo sin prever y echar de menos la porción que falta.”(ORTEGA Y GASSET)

Te agradezco que nunca postularas causas en las que no creías.
Que no nutrieras utopías.
Que no me suministraras narcóticos para aturdirme con palabras ampulosas a media voz, "tequieros" supremos, palmaditas de consolación, abrazos hinchados. Patetismo.
Que no me prestaras tu abrigo cuando no te concernía a salud de mi garganta. Solo te preocupa que el cuello quede desnudo y vulnerable a un mordisco de gracia. Que enferme entre llamas, que muera todas las noches y que muera entre tus manos. Que me repliegue sobre ti, que me moje, arañe, destruya, resurja de las cenizas húmedas, sin pensamientos de posteridad en mi mente desmayada.
Te agradezco que no hicieras promesas vanas.
Que fueses claro.
Sí, de verdad te lo agradezco. No, no lloro...
No podía pretender conseguirte cuando te describiste lejano, imposible.
No soy tan tonta de creer algo así.
Pero aún así...
Es la soberbia, la desobediencia, el error de mortal al creerse dios. Eso me pasó a mí si me creí capaz de alcanzarte. Si lo hice, el Averno es merecido.

18 de octubre de 2008


Diógenes decía preferir la compañía de los cuervos a la de los aduladores, pues aquéllos devoran a los muertos, y éstos, a los vivos.

Diógenes, el cínico, pidió limosna a una estatua. Le preguntan por qué lo hacía. "Me ejercito para fracasar", respondió.

En un banquete algunos le echaron huesos, como si fuera un perro: Diógenes, comportándose como tal, orinó allí mismo.

Solía hacerlo todo en público, las obras de Deméter y las de Afrodita. Y lo justificaba argumentando que si comer no es un absurdo, no es absurdo hacerlo en la plaza pública; y como resulta que comer es natural, también lo es hacerlo en la plaza pública. Se masturbaba en público y lamentaba que no fuera tan sencillo verse libre de la otra comezón del hambre frotándose las tripas.

Cuando le comunicaban que recibía insultos, mofas de la gente, el respondía "Si no estoy delante, como si me quieren azotar."

Diógenes, el Cínico, se jactaba de vivir como un perro. Se llamaba "ciudadano del mundo", despreciaba la civilización establecida. Practicaba la mendicidad y rechazaba la propiedad privada.

Dormía dentro de una vasija.

Un día, Alejandro Magno lo vio, desnudo y acompañado de un perro.

-Soy Alejandro Magno.

-Yo soy Diógenes el Cínico.

El Magno se ofreció a todo lo que solicitara el hombre. Sentía pura admiración por aquel individuo encorvado y sin vestimenta. Diógenes hizo uso del ofrecimiento limitándose a decir:

- "Pues entonces apártate, que me quitas el sol."


melón de verano


Dormían el Sol, el melón y la niña.
El melón en los brazos de la niña.
El tallo cercenado,
seco, retorcido, hendido casi amorosamente
en su piel tierna.
Similar a un cordón umbilical deshidratado.
Brillaba el melón a causa
de su piel de serpiente.
Y la niña brillaba porque su pelo
había quedado enredado entre madejas de oro.
La piel de serpiente
-del melón-
Tersa y húmeda.
Sueños espesos.
Ígneos sabores.
Durmieron durante varios días.
Durante varias horas.
***

Sus manos más grandes.