21 de diciembre de 2008

Das ist Alles

Luz muy fría. Un poco displicente, entraba por la ventana y caía sobre la cama, llena de tibiezas y pliegues. Ella se despertó y sintió pudor. Se apresuró a cubrir su desnudez pálida con un sutil camisón, abandonado en las profundidades de su maleta de mano. Miró al cuerpo dormido que le daba la espalda y se sintió absurda, pegajosa y macilenta, estando despierta, de pie, y con las piernas lácteas descubiertas. Miró la habitación, más álgida que por la noche. Miró la puerta, Miró la cama. Lo miró a él, que respiraba como el cachorro de un carnívoro. Ella se acercó y observó la boca dormida, un poco abierta. Recordó una frase que había leído no sabía dónde, una interrogación cardinal...
"¿Es un oprobio el amor perruno, que se disfraza de fidelidad o servil prontitud y jamás de los jamases confesará la devastación de su deseo?"
Luego continuaba diciendo algo así como que todos los mamíferos se quedaban tristes después del coito.
Ella decidió irse a duchar, sabiendo que terminaría llorando. No convenía adelantar lo que por sí solo vendría y, sobre todo, sobre todo, jamás revelar la enfermedad correosa..."el abismo de los imposibles"... su amor rodeor.
Cuando salió de la ducha, algo temerosa de verle, él se había despertado y estaba sentado sobre la cama. Observó su espalda y brazos atezados, uno de ellos apoyado en la cetrina mesilla. Se volvió y le sonrió. Hablaron durante un par de horas; bromearon. Ella contestaba con una expresión de alegría bastante convincente, y se esforzaba por que sus ojos simularan la hilaridad o calma (que no tenía). Él no notó las veces que miraba, suspendida, por la ventana, conteniéndose por no gritar, llorar, golpear su pecho y decirle cuánto le odiaba por no quererla. Así que, aunque su mente estaba remota, en océanos de desesperación, rabia y dolor, ella seguía con esa mueca entre indiferente y distraída. La impasibilidad, las contestaciones desdeñosas, aunque fingidas, suponían un ataque sutil al verdadero despego de él, quien consideraba que ambos desempeñaban un juego despreocupado y trivial en sus encuentros.
Llegó el momento de irse. Ella no le acompañaría abajo, se quedaría en la habitación hasta terminar de recoger todo. Le besó la frente y se fue, diciendo alguna broma que ella no escuchó.
Salió al balcón. Las letras del rótulo de una tienda "DAS IST ALLES", titileaban insulsamente. Sintió un leve mareo y entró antes de verle dejando atrás la puerta del hotel.
Se apoyó en la pared. Los iris opacos, ahora húmedos y rotos. Aún con la sonrisa en los labios, que se descompuso en una mueca agria y en un gemido mudo, se deslizó sobre su espalda hasta quedar sentada en el suelo, con las piernas exánimes de una muñeca de trapo y la misma mirada muerta. Hincó la barbilla en su pecho, amurralló la cabeza con sus brazos de nieve y anublaron la habitación convulsiones y lágrimas ácidas.
- Das ist Alles... ¡Esto es todo...!- lloró, sola y encogida.



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1 comentario:

Dani Blazquez dijo...

Si que he oido algunas canciones de Love of Lesbian, tienen algunas que me gustan mucho, sobretodo la de "Universos infinitos", esa me encanta.
Me alegro mucho de que te guste mi blog, a mi tb me encanta el tuyo. Un besazo!