2 de diciembre de 2008

Prisa

Sam Jinks, Mad Midway

Cuando F anunció que iba a comenzar a escribir un libro en realidad quería decir que se iba a suicidar. Nunca le gustó montar el número, y callarse las cosas le provocaba una dispepsia atroz, asique la manera más prudente que halló para anunciar su muerte fue con un comedido disfraz: "Voy a escribir un libro, un buen libro, con buenos personajes. De los que luego hacen con la historia lo que les sale de los huevos. Sobre ellos no mandas".
F no mentía (mentir hacía estragos en las glandulas sudoríparas: la exudación masiva le enrojecía, le escaldaba, le abortargaba la piel), en cuanto terminara el libro, se apiparía de Sinogan.
Esa misma noche, decidió ponerse con su obra cúlmen. Mientras preparaba las cuartillas, recordó la mirada de Nora, su tímido embeleso, su voz rebosante de orgullo ante su propósito (Y la pobre, sin saber que con ello estimulaba la decisión de acabar con su vida casi tanto como si colocara con sus manos las maderas del patíbulo): "Harás una obra maestra, estoy segura."
F vaciló en la primera línea. El tablado de muerte, amigo, es el sendero. No te desencamines. Y comenzó a escribir con una máquina destartalada y robusta.
Decidió que la novela sería corta; unas cien hojas. No más.
Se podía decir que tenía prisa por morir.
Cierta impaciencia.



Bloc Party, Talons

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