4 de septiembre de 2009

Pecados Capitales: Avaritia(I)


4ºD estaba de excursión.
Las alas de las mariposas tenían, seguramente, la misma textura, apariencia y sabor que dos patatas fritas siamesas. Una urraca que aún conservaba el plumón miraba la peregrinación de cantimploras, gorras, y zapatillas desde una rama baja.
En aquel trecho, las moscas eran voraces: diminutos proyectiles negros y susurrantes que, con un vuelo vulgar, planeaban sobre las cabezas infantiles. Aquellos seres jorobados y obstinados, que habían llegado a "evocarle todas las cosas" a Machado, a los niños no les suscitaban más que asco y hartura. Muchos de ellos, cansados, dejaban de espantarlas y ellas, inevitables, arrimaban sus trompetillas glotonas a las mochilas y a las piernas.
El profesor iba delante. Tras él, toda la comitiva, fraccionada, mantenía un ritmo irregular. De forma abstracta, era la "clase de 4ºD": un ente unipersonal. De forma concreta, era una compleja malla de clanes.
Las relaciones entre niños se considera a menudo un sistema somero, fácil. Un niño sabe que no es así. Percibe el odio, la vergüenza, el orgullo, la ira... de sí mismo y de los demás. Nunca es fácil abrirse paso en un entorno en el que los sentimientos están vivísimos, enteros, sin castrar. Son sentimientos imprudentes y bruscos, tanto, como la forma que tienen de expresarlos.
Cuando el niño deja de creerse niño, sufre una sinrazón, una amnesia. Y se contagia de la creencia adulta de que los críos son medio tontos, medio ciegos y medio sordos, y todos se les escapa y nada entienden.
¡Cuándo no hay nada más observador, inconformista y despierto que un niño!
Al niño le domina un sentido del ridículo fortísimo. Nadie recuerda la presión, el espanto (el verdadero terror es el infantil) a no ser aceptado.
En la etapa escolar, la Clase es un monstruo de dos filas de dientes. Una es de dientes de mantequilla, amenazadores hasta que se tocan y se derriten. La otra, es de marfil verdadero, y con ella trituran.
A veces, la mayoría de las veces, el Niño consigue acomodarse en un lugar poco húmedo y blando en las encías del monstruo y entonces, riendo su sudor puede decir :"Tengo una Clase. Mi clase".

Otras veces, el niño se queda atrapado dentro de las oquedades de una muela picada, vulnerable al machaque y fricción de los dientes y a los torrentes de saliva.

Raquel había hecho amigos dentro de la clase de 4ºD. Tenía su sitio dentro de la misma. Su tribu la formaban Pedro, Nacho y Ana. Ninguno de los cuatro eran fácilmente clasificable: demasiado ingenuos aún para ser de los populares y demasiado inteligentes para ser de los pringaos. Sus rarezas tampoco eran tan evidentes como para que los considerasen unos frikis.

Era una tribu pequeña, pero fuerte. Se llevaban bien y reían a menudo.



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Parte 1.