31 de diciembre de 2008

Nocnitsa


La sonrisa de aquellas chicas era la plena encarnación del depressive black metal, una oscura apertura de labios maquillados con estriado carmín negro y miles de fantasmas abatidos saliendo de sus dientes. Tenían las pestañas como curvos garfios de carbón y algunas de ellas habían echado mano de la sombra de ojos para esbozarse unas ojeras. Hablaban bajo, entretejiendo una red de palabras espectrales y alguna risa aislada, enferma, similar a la rotura de una lápida. Parecían clones mortecinos, con el pelo lacio enmarcándoles la cara como un sombrío sudario y el pecho apabullante a causa del corsé, nada disimulado bajo el manojo de cruces invertidas, anks, abalorios negros, y calaveras que colgaban de su cuello.
No tardaron mucho en rodear a Serab, que se había sentado en su tétrico rincón, como místicos haces encendidos. Lo miraban con curiosidad urente y silenciosa aquellas niñas pálidas y de adusta tristeza, y se mordían la cara interna de los carrillos con sus dientes, "-Que serán de leche-" pensó, humedeciéndose los labios amargos, Serab. Aquellas jóvenes góticas buscaban inmolarse, derramar su subversiva sangre en aquel sótano deprimente, intoxicarse de depravación, humo y las manos grises de Luzbel. Como cada noche.
Ellas lo sabían; él lo sabía. Serab inspiró antes de lanzar la primera dentellada el olor azmizclado de sus pechos.
La lúgubre música de Shining sonaba sobre sus cabezas.

28 de diciembre de 2008

He oído a los charlatanes...

He oído lo que decían los charlatanes sobre el principio y el fin,
Pero yo no hablo del principio y del fin.

Jamás hubo otro principio que el de ahora,
ni más juventud o vejez que las de ahora,
Y nunca habrá otra perfección que la de ahora,
Ni más cielo o infierno que éstos de ahora.

Instinto, instinto, instinto.
Siempre el instinto procreando el mundo.

Surgen de la sombra los iguales, opuestos y complementarios, siempre sustancia y crecimiento, siempre sexo,
Siempre una red de identidades, siempre distinciones, siempre la vida fecundada.
De nada vale trabajar con primor; cultos e ignorantes lo saben.

Seguro como lo más seguro, enclavado con plomo en las columnas, abrazado al poste firme,
Fuerte como un caballo, afectuoso, soberbio, ecléctico,
Yo y este misterio aquí estamos frente a frente.

Limpia y tierna es mi alma, y limpio y tierno es todo lo que no es mi alma,

Si falta uno de los dos, ambos faltan, y lo visible es prueba de lo invisible,
Hasta que se vuelva invisible y haya de ser probado a su vez.

Cada época ha humillado a las otras enseñando lo mejor y desechando lo peor,
Y yo, como conozco la perfecta justeza y la eterna constancia de las cosas,
No discuto, me callo, y me voy a bañarme para admirar mi cuerpo.

Hermoso es cada uno de mis órganos y de mis atributos, y los de todo hombre bello y sano,
Ni una pulgada de mi cuerpo es despreciable, y ni una debe ser menos conocida que las otras.

Me siento satisfecho: miro, bailo, río, canto;
Cuando mi amante compañero de lecho, que ha dormido abrazado a mí toda la noche, se va con paso quedo al despuntar el alba,
Dejándome cestas cubiertas con lienzos blancos que llenan con su abundancia mi casa,
Yo las acepto con naturalidad,
¿pues habría de tasarlas hasta el último céntimo para conocer exactamente el valor de su regalo?

Walt Whitman

26 de diciembre de 2008

Televisión

La miró sin que se diera cuenta. Acurrucada en el otro extremo del sofá, entre la manta, la jarapa y los cojines, parecía una larva desvaída. La luz de la televisión acusaba los peraltes y hundimientos de su cara, con sombras y un resplandor ficticio. Las mejillas ardían en azules llamas intermitentes. De vez en cuando se agitaba dentro de su crisálida, y un pie descalzo asomaba en la ladera (pie que se apresuraba a tapar con el borde de la manta sin apartar la mirada de la pantalla). Fruncía en ocasiones la boca y la levísima estría que dividía su labio inferior en dos partes iguales se hacía más honda y más apremiante.
Estaban a oscuras. Los ojos claros de ella, mortecinamente pálidos, heridos por dos afiladas pupilas, se entrecerraban. Cada vez parpadeaba más lento. Sonrió. Se humedeció los labios con el ápice de la lengua y la mantuvo durante un instante en la comisura izquierda. Lo miró. Dos bultos emergentes, las piernas de ella, bajo la manta, se cambiaron de posición pausadamente. Apoyó la espalda en el reposabrazos y ladeó un poco la cabeza. Adormilada, taimada, virtual, próxima al paroxismo…
-¿Me quieres besar?
-Mucho, mucho…- la voz de él bronca, apenas audible, subterránea y temblorosa.

24 de diciembre de 2008

Infinita Ingenuidad

*Por ser el primero, serás mi último pensamiento.*
Miro tus manos, buscando un vestigio que te condene a ser mío. Y no lo encuentro.



Love of Lesbian. Universos Infinitos



23 de diciembre de 2008

El Maravilloso Mundo del Surrealismo Pop






O también llamado Lowbrow Art.
Imaginería de los 50, 60, infancia, tétricas estampas oníricas, crueldad infantil, colorines de ensoñaciones enfermizas, corrosiva inocencia putrefacta.
Peluches, piel, venas del subsuelo.
Lewis Carroll extasiado.
Inquietantes parajes de los hermanos Grimm y niñas enfermizas, aturdidas y lascivas entre los troncos retorcidos de un árbol.
Nínfulas etéreas, de radiaciones violáceas y nudillos rojizos.
El Surrealismo Pop es deliciosamente macabro, sórdidamente dulce. Es una pesadilla de terciopelo, agradable a la vista, turbadora.
Descorre el telón.
¡Entra!


21 de diciembre de 2008

Das ist Alles

Luz muy fría. Un poco displicente, entraba por la ventana y caía sobre la cama, llena de tibiezas y pliegues. Ella se despertó y sintió pudor. Se apresuró a cubrir su desnudez pálida con un sutil camisón, abandonado en las profundidades de su maleta de mano. Miró al cuerpo dormido que le daba la espalda y se sintió absurda, pegajosa y macilenta, estando despierta, de pie, y con las piernas lácteas descubiertas. Miró la habitación, más álgida que por la noche. Miró la puerta, Miró la cama. Lo miró a él, que respiraba como el cachorro de un carnívoro. Ella se acercó y observó la boca dormida, un poco abierta. Recordó una frase que había leído no sabía dónde, una interrogación cardinal...
"¿Es un oprobio el amor perruno, que se disfraza de fidelidad o servil prontitud y jamás de los jamases confesará la devastación de su deseo?"
Luego continuaba diciendo algo así como que todos los mamíferos se quedaban tristes después del coito.
Ella decidió irse a duchar, sabiendo que terminaría llorando. No convenía adelantar lo que por sí solo vendría y, sobre todo, sobre todo, jamás revelar la enfermedad correosa..."el abismo de los imposibles"... su amor rodeor.
Cuando salió de la ducha, algo temerosa de verle, él se había despertado y estaba sentado sobre la cama. Observó su espalda y brazos atezados, uno de ellos apoyado en la cetrina mesilla. Se volvió y le sonrió. Hablaron durante un par de horas; bromearon. Ella contestaba con una expresión de alegría bastante convincente, y se esforzaba por que sus ojos simularan la hilaridad o calma (que no tenía). Él no notó las veces que miraba, suspendida, por la ventana, conteniéndose por no gritar, llorar, golpear su pecho y decirle cuánto le odiaba por no quererla. Así que, aunque su mente estaba remota, en océanos de desesperación, rabia y dolor, ella seguía con esa mueca entre indiferente y distraída. La impasibilidad, las contestaciones desdeñosas, aunque fingidas, suponían un ataque sutil al verdadero despego de él, quien consideraba que ambos desempeñaban un juego despreocupado y trivial en sus encuentros.
Llegó el momento de irse. Ella no le acompañaría abajo, se quedaría en la habitación hasta terminar de recoger todo. Le besó la frente y se fue, diciendo alguna broma que ella no escuchó.
Salió al balcón. Las letras del rótulo de una tienda "DAS IST ALLES", titileaban insulsamente. Sintió un leve mareo y entró antes de verle dejando atrás la puerta del hotel.
Se apoyó en la pared. Los iris opacos, ahora húmedos y rotos. Aún con la sonrisa en los labios, que se descompuso en una mueca agria y en un gemido mudo, se deslizó sobre su espalda hasta quedar sentada en el suelo, con las piernas exánimes de una muñeca de trapo y la misma mirada muerta. Hincó la barbilla en su pecho, amurralló la cabeza con sus brazos de nieve y anublaron la habitación convulsiones y lágrimas ácidas.
- Das ist Alles... ¡Esto es todo...!- lloró, sola y encogida.



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20 de diciembre de 2008

Último Día


De la tierra emergían enormes meteoros dorados. Los socavones, como heridas abiertas en los suelos de greda azul, expulsaban sonoros salivazos de luz y cometas. Igual que un silbido, como el sonido veloz de una rama agitada al aire, las aguas se revolvían en el cuenco de los lagos y en las hebras de los ríos, echando espumarajos, guijarros y gotas. Las nubes combatían entre sí y sus cuerpos desmembrados, desangrándose, creaban en el cielo corrientes rojas y negras y que se deshacían en miles de nimbos huecos. El Véspero, Venus, agonizante en la cúpula. La Luna blanca y sucia de grosella, temblando. Cinco ciclones devastaban los campos; los tifones arrancaban la arena. Las playas se despeinaron, los cimientos expirantes del cosmos caían. El cielo se llenó de agua salada; se abrieron grietas en las montañas supurantes y salió magma, semiente, fuego.
En una hondura del terreno, dos cuerpos se arañaban. Uno encima del otro. Las borrascas impactaban en su piel y, tras ellos estaban las vísceras púrpuras del cielo estallando.
Ruido del golpe de una piedra contra otra piedra. El océano reventando los diques. Ramas, suelo, raíces, fisuras.
Los estertores del mundo eran el vaivén de sus piernas, el gemido pendular de sus bocas, el relente de sus muslos; su respiración. Chocaban llorando y riendo. Por cada escalofrío de sus vientres, por cada aullido, por cada vez que ponían los ojos en blanco y se mordían la boca, un cascote del orbe se desprendía.
Tenían los pies hundidos en la tierra oscilante, manchados del barro del Último Día.

17 de diciembre de 2008

Afirmo



La niña de las gruesas trenzas y ojos violetas habla con un un oso gigante. El pelo del oso es rosa, algo chamuscado y bastante pastoso. Ella evita rozarle con los dedos, ya que le da la misma dentera que cuando palpa algodón. Por lo demás es un oso agradable: tiene los dientes limonados y las almohadillas de sus zarpas muy suaves.
-Vivo en un libro a medio acabar.- Dice la niña de la gruesas trenzas. El vestido de topos apenas se ciñe a su minúsculo cuerpo.- A veces aparecen canciones de Cranes en los márgenes del libro, escritos con una caligrafía ventruda. Y poemas de Whitman. Y éxtasis de leche y canela por cada punto. Resina solar y tildes sin tinta. ¡Y no hay un capítulo que no termine en un beso sin lengua...!¡Un beso de los que se da con los ojos cerrados...! Puagg... Me estoy volviendo cursi.
El oso mece su enorme cabezota peluda, similar a un ovillo nimbado. Habla con la voz que le dio el sobrenombre de "El Profesor":
-Afirma lo que quieras, mientras el libro sea de Dos Passos.

16 de diciembre de 2008

Fausto


"Ah, Faustus,
Now hast thou but one bare hour to live,
And then thou must be damned perpetually!
Stand still, you ever-moving spheres of heaven,
That time may cease, and midnight never come:
Fair Nature's eye, rise, rise again and make
Perpetual day; or let this hour be but
A year, a month, a week, a natural day,
That Faustus may repent and save his soul!
O lente, lente, currite noctis equi!
The stars move still, time runs, the clock will strike,
The Devil will come, and Faustus will be damned.
Oh I'll leap up to my God! Who pulls me dowm?
See, see where Christ's blood streams in the firmament!
One drop would save my soul--half a drop. Ah, my Christ!
Ah, rend not my heart for naming of my Christ!
Yet will I call on him:
Oh, Spare me, Lucifer!..."

Doctor Faustus. Marlowe

14 de diciembre de 2008

"...Mis ojos, que quisiera desafiantes y presiento turbios de súplica cuando se fijan en él, melancólicos, le interrogaron pero no para preguntarle "¿qué vamos a hacer?", sino "¿qué esperas de mí?". Como podría haber supuesto yo de antemano, ni a lo uno ni a lo otro habría de responderme. "

La Hermandad de la Buena Suerte, Fernando Savater

13 de diciembre de 2008

II

He fumado mi vida y del incendio
sorpresivo quedan
en mi memoria las ridículas colillas:
seres que no me vieron, mujeres como vaho,
humo en las bocas, y silencio
por doquier, como un sudario
para lo que no quise ser, y fue
como vapor o estela sobre las olas ociosas, niños con marinera
que en la escuela aprendieron el Error.

No había nadie en aquel pozo, estaba
vacía la cárcel, pienso cuando
abriendo al fin la puerta, y descorriendo
por fin el cerrojo que me unía
inútilmente a las águilas, y me hacía
amar las islas y adorar la nada,
descubro
banal, y sonriéndome, la luz.

Leopoldo María Panero. The End.

Arroz amarillo y piedras famélicas


La nieve es espuma de afeitar. Gordos coágulos cayendo sobre su vientre grumoso. Ayer no nevó, pero hoy ha eclosionado el cielo, la mucosa frágil; la suave llaneza de espuma en la que choca mi credo débil.
Ayer Zabe habló, tras una mesa y ante una bandera que no es la suya. Para que fuera suya tendría que ser más alga, menos gualda, menos sangrante y más azul que aquella ( Por dentro se desagua su en apariencia calmada bandera. Hemorragias. Infecciones). El estómago blanco. Las manos negras.
Habló Zabe pasando un PowerPoint. Habló en su inglés incisivo. Habló desde su boca franca, que a menudo se cierra pero que sobre todo sonríe. Vimos a su padre ciego, a su madre analfabeta (aquella que le mandó una calabaza que pretendía decir "eres pobre. No lo olvides." ) Habló con una voz que acalló la guerra. Habló del arroz de Sierra Leona; del poblado más pobre, del lugar más pobre, del país más pobre: su poblado. Las palmas de sus manos ya no son amarillas, como cuando comía, única vez al día, su arroz azafranado: aquí come con cuchillo y tenedor, y se abre el color de madera negra en sus dedos delgados. Habló de los jóvenes de ébano que andan millas para ir a la mísera aula de secundaria donde estudian. Estudian. Trabajan. Trabaja ese pueblo herido, correoso, limpio y raso; mutilado por la guerra pero vivo.
Zabe quiere estudiar Derecho, pero va a primero de Humanidades. Prometió que la próxima charla la diría es español.
"¡Sus amigas!" del colegio mayor, como las presentó con un gritito ahogado, la escuchaban en la primera fila. Dijo, repitió, que ellas habían celebrado su cumpleaños. Era el primer cumpleaños que celebraba en su vida. Pusieron globos en su puerta, la llevaron una tarta. ¡Sus amigas!¡Sus amigas!¡Éstas son mis amigas!... Todo en ella es Verdad, trascendente. ¡Mi amiga, mi amiga! ¿Qué hay más terminante qué verse muerto, torturado, o violado, y ver las marcas, como serpientes, de escaras, cicatrices de machete en tu cuerpo? No cabe la ficción en su rostro sereno, ni la mentira.
En el proyector, su tierra, la escuela que "cuando llueve, no hay escuela", los huesos evidentes de niños desnutridos. Ella vestida de sevillana con su familia de España. Una foto de cuando recuperó su equipaje, que se había extraviado con sus exiguas pertenencias ¡pero que eran suyas!... Perder sus escasos vestidos, sus mínimos objetos personales... perder la triste maleta que habría ordenado meticulosa antes de cambiar de mundo, de cielo y aire.
Habló de "Grandpha", también allí presente, misionero que halló, que ve corroborado día a día, su sentido en las penurias de Sierra Leona. "Todos son felices cuando ven a Grandpha"; y "Grandpha", navarro, mirada de fuego, secuestrado, torturado, amenazado de muerte (tenía fecha de ejecución) escuchaba hablar a "su negrita" en la sala de conferencias de una universidad española con los brazos cruzados y los ojos ardiendo y húmedos al tiempo.
Nada trocó su sonrisa amplia- "in my country, we are very nice and we have a very nice smile"- mientras ella y otra sierraleonesa cantaron. Sólo al final, al final, su voz se descompuso, un agudo y gutural quejido de ambas. Perdieron la melodía, callaron y se llevaron las manos bellas, juncales, oscuras a los ojos que rompían a llorar.

9 de diciembre de 2008

La suma

[...] Y cuéntales a todos los niños el hermoso
relato mágico. Locura múltiple, maya.

Árboles mágicos y tristezas de

la niña, y la más pequeña de todos los

hermanos,

en el pesebre hecho de tiza.

***

Mi amada que no quiere amarme:
Mi vida que no puede amarme:
Las seduzco a ambas.

Ella con mis besos rotundos…
(En la sonrisa de mi amada la aprobación del cosmos)
La vida es mi arte…
(Protección frente a la muerte)
Así sin autorización vivo.
(¡Qué desgraciada teodicea!)

Uno no sabe.
Uno desea.
Lo que es la suma.

Jack Kerouac
   

No hay yo


-¿Cómo estás?
-¿Viva y tú?
- También... pero intento cubrir mis ojos y no puedo. Tengo las manos picoteadas y el Sol está mojado. Así que se me cuela por los agujeros de las palmas y me molesta.
- Dime que hubiera ocurrido si no hubiésemos conocido sin ninguna dirección.
-Hubiera arrancado una estrella. Sobre ella habríamos puesto nuestra hamaca y habríamos cultivado café.
- Hubiera ardido todo... la hamaca, el café, nosotros; todo. No se puede vivir en una estrella.
- Quizá tengas razón... pero lo que sí haríamos sería devorarnos cada noche. Deshacernos. Con las manos, con las uñas, con los dientes. Sólo quedarían dos iris exhaustos sobre la cama. Dos iris y dos párpados que los cubren y los acunan y los duermen. Por la mañana estaríamos completos, desayunaríamos colirio en barritas y a la noche volveríamos a destrozarnos. Yo te diría "¿Sabes? Todo es tal y como parece. Sólo eso."...Créeme, seríamos tan felices que ni notaríamos las piedras de la garganta ni el acre hedor del tiempo.

8 de diciembre de 2008

Come

"Merendando
tu arsénica sonrisa
vivo mi muerte"

(de alguien que no recuerdo)

7 de diciembre de 2008

Diciembre

Estaban sobre un puente de hielo rematado con bolas herrerianas.
Ella llevaba un vestido corto de lycra y leotardos gordos. También traía en las pestañas diminutas gotas de rocío y una bufanda enmarañada alrededor del cuello, que le caía desmayada sobre los hombros de su trenca, similar a una una boa calcinada.
Sus ojos a siempre estaban húmedos. Rodeaba con sus brazos el cuello de él, y miraba al río como lo haría una ondina aburrida.
-¿Aún no nos vamos?- dijo con un mohín, apoyando la barbilla en el pecho.
Él le dio un beso distraído para acallar su impaciencia.
- ¿No estás nervioso?
-Un poco, un poco. Es normal... no sé a dónde vamos, ni cómo será aquello. La incertidumbre... joder. Estoy asustado, la verdad.
- Confío en Tassego totalmente. Nos llevará a un lugar mejor.
Calló de lo mal que le sonó esto último. Un lugar mejor. Soplaba el aire en la nuca de ambos, una mano de hielo que azotaba las ramas de los entecos árboles y golpeaba con furia sus mejillas.
- ¿Recuerdas lo que dijo?
- ¿Que el mundo se queda pequeño?
- Sí, eso. Lo pútrido y ridículo que es. Su absurdez. Un mundo exiguo y necio para gente necia. Este no es nuestro mundo, sin duda. Ni estas son nuestras gentes. Sabes que... me repugnan ,me repugna toda ese gente estúpida, constreñida, orillada y me repugna su naturaleza y sus días y sus leyes. Y su debilidad sobre todo.
Ella lo miraba con sus ojos de muñeca enferma.
- Pero... aun así...
Algún eco de vida pareció brillar en los ojos de la muchacha. Y la voz le salió ronca y como con flemas.
- ¿Pero qué?
- Nada.
Un latigazo helado. Silbidos hirsutos sonaron bajo el vientre del puente. Viento.
- Mira, ahí está Tassego.
Llegaron ante aquel cuerpo informe, violeta y gris. Tassego era sólo unos vapores suspendidos. Entre aquellos nódulos de gas, dos labios humeantes, sangrantes, bulbosos, dijeron:
- Decirle adiós a la tierra. Decirle adiós a la arcilla infame, a los cielos acotados. Abandonáis el mundo, abandonáis vuestro cuerpo. ¡Soltar las cadenas ígneas! Morid para vivir.
Y les tendió, con sus dedos vaporos, con sus falanges gaseosas, un afilado cristal. Ella y su mueca yerma sonrieron al terror del chico.



Foc al pit

"Més foc al pit, més foc al pit, més foc
al pit! L’amor fa patir si fulgura?
I el cel no pot, de tants núvols, obrir
un diamant, fosc de neu i sutzura?
..."

Pere Gimferrer, Combat d´ amor

... ¿Dónde está tu héroe?
¿Quién es?
Le espantó lo mismo que a los ángeles ambarinos de tu almohada.

2 de diciembre de 2008

Prisa

Sam Jinks, Mad Midway

Cuando F anunció que iba a comenzar a escribir un libro en realidad quería decir que se iba a suicidar. Nunca le gustó montar el número, y callarse las cosas le provocaba una dispepsia atroz, asique la manera más prudente que halló para anunciar su muerte fue con un comedido disfraz: "Voy a escribir un libro, un buen libro, con buenos personajes. De los que luego hacen con la historia lo que les sale de los huevos. Sobre ellos no mandas".
F no mentía (mentir hacía estragos en las glandulas sudoríparas: la exudación masiva le enrojecía, le escaldaba, le abortargaba la piel), en cuanto terminara el libro, se apiparía de Sinogan.
Esa misma noche, decidió ponerse con su obra cúlmen. Mientras preparaba las cuartillas, recordó la mirada de Nora, su tímido embeleso, su voz rebosante de orgullo ante su propósito (Y la pobre, sin saber que con ello estimulaba la decisión de acabar con su vida casi tanto como si colocara con sus manos las maderas del patíbulo): "Harás una obra maestra, estoy segura."
F vaciló en la primera línea. El tablado de muerte, amigo, es el sendero. No te desencamines. Y comenzó a escribir con una máquina destartalada y robusta.
Decidió que la novela sería corta; unas cien hojas. No más.
Se podía decir que tenía prisa por morir.
Cierta impaciencia.



Bloc Party, Talons