11 de junio de 2011

La emesia redentora


Las excusas absolutorias del infiel hacen Ley en la casa de los Cuatro Brazos. Allí ya nadie dice nada de los muslos arañados ni de las tardanzas. El silencio amarillea el drama. María es infértil y adormece las curdas en un sofá sin cojines desde el que ve a la hija de la vecina jugar a que los ladrillos sean tacones.

Su marido -cazador de ondinas de bares extintos- no le da motivos para repararse.