Dormían el Sol, el melón y la niña. El melón en los brazos de la niña. El tallo cercenado, seco, retorcido, hendido casi amorosamente en su piel tierna. Similar a un cordón umbilical deshidratado. Brillaba el melón a causa de su piel de serpiente. Y la niña brillaba porque su pelo había quedado enredado entre madejas de oro. La piel de serpiente -del melón- Tersa y húmeda. Sueños espesos. Ígneos sabores. Durmieron durante varios días. Durante varias horas. ***
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