6 de abril de 2012

El jardín de las mujeres desechables


Él caza en el jardín de las mujeres desechables. No quiere victorias decisivas. Miles de "cajas negras" exudan los infames olores de los jardines asolados. Todo precariedad, todo inestabilidad, todo vulnerabilidad. La glucosa, la consigna, es un "hasta que estemos satisfechos". La obsolescencia no existe, la derrota no existe, los vínculos no existen; las mujeres se pierden extrañamente en el campo, y él sigue cazando, economizando sus movimientos, pero progresando en su noche sin profecías. El desprendimiento es unilateral, y él es el agua que Tántalo quiere beber y se escapa por algún agujero invisible.