26 de octubre de 2008


Extraña cosa es el mundo.
No se bien lo que es, pero segrega linfa por todas partes. Esta linfa no tiene color, no tiene cuerpo, ni moja ni gotea, pero es altamente contagiosa para según qué personas. Se contagia por el olfato. Una vez que la inhalas, germina en tu estómago un abismo sediento. Sólo puedes percibir su olor raro, mezcla de almizcle, fuego y lobreguez. Así huelen los enigmas. Así huele la filosofía.
La filosofía es voraz. Siente tanta hambre que se convierte en un ser sanguinario.
¿Dije que el hambre es insaciable, pues el líquido nutricio es eterno y nunca se puede obtener todo?
Los afectados nunca se contentarán. Toda dosis es poca. El néctar está portodas partes. Enfermarán buscando obtenerlo todo.
Hambre, hambre, hambre. De bestia.
***

“¿Por qué no contentarnos con lo que , sin filosofar, hallamos en el mundo tal y como es? Por esta sencilla razón: todo lo que es y está ahí, cuanto nos es dado, presente, patente, es por su esencia mero trozo, pedazo, fragmento, muñón. Y no podemos verlo sin prever y echar de menos la porción que falta.”(ORTEGA Y GASSET)

Te agradezco que nunca postularas causas en las que no creías.
Que no nutrieras utopías.
Que no me suministraras narcóticos para aturdirme con palabras ampulosas a media voz, "tequieros" supremos, palmaditas de consolación, abrazos hinchados. Patetismo.
Que no me prestaras tu abrigo cuando no te concernía a salud de mi garganta. Solo te preocupa que el cuello quede desnudo y vulnerable a un mordisco de gracia. Que enferme entre llamas, que muera todas las noches y que muera entre tus manos. Que me repliegue sobre ti, que me moje, arañe, destruya, resurja de las cenizas húmedas, sin pensamientos de posteridad en mi mente desmayada.
Te agradezco que no hicieras promesas vanas.
Que fueses claro.
Sí, de verdad te lo agradezco. No, no lloro...
No podía pretender conseguirte cuando te describiste lejano, imposible.
No soy tan tonta de creer algo así.
Pero aún así...
Es la soberbia, la desobediencia, el error de mortal al creerse dios. Eso me pasó a mí si me creí capaz de alcanzarte. Si lo hice, el Averno es merecido.

18 de octubre de 2008


Diógenes decía preferir la compañía de los cuervos a la de los aduladores, pues aquéllos devoran a los muertos, y éstos, a los vivos.

Diógenes, el cínico, pidió limosna a una estatua. Le preguntan por qué lo hacía. "Me ejercito para fracasar", respondió.

En un banquete algunos le echaron huesos, como si fuera un perro: Diógenes, comportándose como tal, orinó allí mismo.

Solía hacerlo todo en público, las obras de Deméter y las de Afrodita. Y lo justificaba argumentando que si comer no es un absurdo, no es absurdo hacerlo en la plaza pública; y como resulta que comer es natural, también lo es hacerlo en la plaza pública. Se masturbaba en público y lamentaba que no fuera tan sencillo verse libre de la otra comezón del hambre frotándose las tripas.

Cuando le comunicaban que recibía insultos, mofas de la gente, el respondía "Si no estoy delante, como si me quieren azotar."

Diógenes, el Cínico, se jactaba de vivir como un perro. Se llamaba "ciudadano del mundo", despreciaba la civilización establecida. Practicaba la mendicidad y rechazaba la propiedad privada.

Dormía dentro de una vasija.

Un día, Alejandro Magno lo vio, desnudo y acompañado de un perro.

-Soy Alejandro Magno.

-Yo soy Diógenes el Cínico.

El Magno se ofreció a todo lo que solicitara el hombre. Sentía pura admiración por aquel individuo encorvado y sin vestimenta. Diógenes hizo uso del ofrecimiento limitándose a decir:

- "Pues entonces apártate, que me quitas el sol."


melón de verano


Dormían el Sol, el melón y la niña.
El melón en los brazos de la niña.
El tallo cercenado,
seco, retorcido, hendido casi amorosamente
en su piel tierna.
Similar a un cordón umbilical deshidratado.
Brillaba el melón a causa
de su piel de serpiente.
Y la niña brillaba porque su pelo
había quedado enredado entre madejas de oro.
La piel de serpiente
-del melón-
Tersa y húmeda.
Sueños espesos.
Ígneos sabores.
Durmieron durante varios días.
Durante varias horas.
***

Sus manos más grandes.
















14 de octubre de 2008


Sólo vivir para escribirte.

Sólo vivir para soñarte.

No vivir sin creer que el Sol

es la pupila del botón que parpadea

en tus vaqueros descosidos.

Breves labios rojos. Garganta, tarro de miel.

La luna de pecho de cobre, ufana desde su torre.

No vivir sin saber que tu mano

sembró el barro de mis tierras.

Tiznó la bóveda de mi cielo

y fecundó mi cosmos

de besos sangrantes.

Medias voces ciegas.

Ruiseñores ahumados...

¡Sólo vivir para pensarte!




12 de octubre de 2008

Carta




Miedo. No sé de dónde vendrá el impacto, pero sé que acabaré muerta antes de que el día termine. Dios, sé que cuando leas esto ya no habrá nada que hacer... sólo el terror que se desprende de esta caligrafía demente. Sé que moriré.
Estoy exhausta, dolorida, quiero huir. Creo que me voy a volver loca. Estoy tan sola sin tí... Voy a desfallecer de terror. Todo me exalta. Cualquier sonido basta para hacerme saltar.
¿Dónde está tu voz?¿Dónde tus brazos?

Tengo certeza de que hoy moriré y no sé cómo se me ha revelado. Lo sé.
Voy a morir, voy a morir. Lo repito varias veces en voz alta y nada me contesta en esta casa vacía. Es una carta pánica, pero no pretendo que me socorras, pues sé sera tarde para tu auxilio.

Ha sido una serie de cosas las que han alimentado mi pavor como si fuera una enredadera perversa y carnívora que me devora poco a poco los miembros, la cordura y el aplomo.

¿Ha sido aquella chica que vi a través de la ventana del autobús, que extendía los brazos como si le hubieran herido el pecho, flojos y abiertos? ¿fue su rostro de Dolorosa enferma?¿fue su andar vacilante y perlado de gotas gélidas?¿ha sido el perro famélico, que ladraba a la valla plomiza?¿han sido los tejados de las casas aisladas que parecían aullar al cielo con desesperación?¿el silencio de las nubes? ¡Qué horrible sensación me dio ver las plumas diseminadas de una paloma atropellada, al lado de la boca de la alcantarilla!. Habían pasado sobre ella tantos coches que su cuerpo era tan sólo un saquito rojo y desmayado entre plumas dobladas. Me dio náuseas...
..
Recuérdalo, te amo.

Recuérdame.
Adiós...
Ya está aquí, aunque no pueda verlo.
Ecos de infierno,
huele a hierro.
Ya vienen.

10 de octubre de 2008

Viernes de lluvia


Hoy comí, tras salir de la universidad (en donde he aprendido, entre otras cosas, cómo representar en escritura cuneiforme una oveja y a la diosa Inana y los vastos conocimientos que pueden tener algunas personas sobre temas inhóspitos), en un restaurante de Nueva Orleans llamado Gumbo.
El plato estrella son los tomates verdes fritos, delicia sureña, entre otras exquisiteces que nacen de la mezcla española-criolla-francesa. Este acogedor lugar de estilo minimalista se encuentra en la calle Pez, en Madrid. De allí, bien comidos y yo con la mejilla manchada de brownie, (vamos, que nos habíamos puesto como unos cochinos) nos encaminamos a ver Arte.
Primeros nos dirigimos a la exposición de "Obras maestras del Museo de Montserrat. De Caravaggio a Picasso". Eluden mencionar los pintores que abarca este enorme salto. Cualquiera que me conozca sabe lo permeable que soy ante obras de semejante magnitud (no por su tamaño sino por su maestría apabullante). No cabe mencionar mi embeleso ante la "Madelaine" de Ramón Casas o ante el extraordinario cuadro morisco de Mariano Fortuny. Sargent, Rusiñol, Dalí, Meifren, Vaccaro, Romero de Torres, los impresionistas... todos dispuestos a hacerme perder la compostura. ¡Ese "Delante del baño" tan luminoso, tan sutil y tan íntimo! Ese precioso perfil recortado de la nuca, el rostro, el cabello vibrante; el perfil del pecho primoroso en su desnudez. Ha arrebatado la privacidad de la barbilla, del cuello, de la muñeca tenue que se desvisten lánguidamente antes del baño.
La segunda exposición son "Los tesoros subterráneos de Egipto". Es muy recomendable, sobre todo para ver la contaminaicón (en el buen sentido) que se produjo en la estatuaria y vida egipcias tras las numerosas conquistas que padecieron.
Después de este día tan cultural y con el mono saciado y con las retinas laureadas fui a mi segunda casa, (sin animo de hacer publicidad agresiva): Hipercor/Corte Inglés. Fue en el hiperdor de Pozuelo dónde me encontré con un especimen "mu raro". Iba yo con una urgencia primaria atroz, buscando los aseos como un felino sobreexcitado. Llego a los baños, al fin. Yo no he visto mujeres más hacendosas que las que se ocupan de la limpieza de los baños del Corte Inglés, porque es querer entrar y siempre hay una. Voy corriendo hacia la planta dos y a medio camino, me asalta un... "ser". ¡No! El Ser.
Me quedé lívida. Iba atrozmente maquillado y me sonreía con una mueca siniestra. Lo peor era cómo me miraba y cómo movía los rígidos brazos imitando una marioneta tétrica. Anunciaba un perfume; no llegué a ver la marca. Llevaba incluso una manecilla de las de dar cuerda a los muñecos en la espalda. Me dejó tan impactada ese engendro de la no-naturaleza que me medio tropecé con las columnas de publicidad de la zona de cosméticos. No sé que impresión esquizoide me dió que se me figuró como un autómata maligno. ¿Qué anunciaría esa marioneta diabólica? Y lo peor es que me pareció oír al muy asqueroso riendose de mí, ¡pero mírate cómo vas tú, so payaso!
Estoy segura de que hoy soñaré con esa cara chorreando maquillaje sobre mí ,y con el dulzón y aletargante olor de la laca pasada de fecha.
Me pase todo el tiempo procurando no encontrarme con aquella aberración que parió la publicidad más enrevesada. ¡Qué mierooo!



9 de octubre de 2008

Pandora

La mejillas de Pandora tenían la misma palidez que las de Helena. Suaves como pétalos blancos, recordaban al predulio de los días. Su cabello era como una nube de vapores fríos, de un rojo procaz. Orillaba el pelo la frente como la colora de una flor. Una flor bermeja abierta de par en par: atrevida, obsesiva, rijosa.
Sanguínea.
Hefesto la había hecho hermosa. Las delgadas venas eran riachos subterráneos que mancillaban sutilmente la blancura de su piel. Engalonada con flores por las Horas, alhajada por las Gracias con joyas. Había depositado Hermes, en su pecho aún virgen, mentiras, palabras hechiceras y un carácter antojadizo.
Todos los dones llameaban dentro de su cuerpo, sobre el que había soplado Afrodita para darle belleza y calor a la Carne.
El cuerpo de la primera mujer, que fue hecho para traer la perdición del linaje humano, vestía el ceñidor de Atenea.
Sus manos eran curiosas. Y sus ojos también eran curiosos, pues no dejaba de ser una niña. Creada en el cielo elíptico. Su mente era rasa cuando abrió la caja. Al igual que su pecho. Sus dedos eran inocentes...
Creo...
Fue terrible el pavor que le veló los ojos, al ver que aquella caja estaba preñada de vileza. El Mal salió de la caja. Cegó a Pandora. La Esperanza fue lo único que perduró en la caja, pero no llegó a verla. ¡Sus cabellos se habían ensuciado de ceniza! Temblaba...
La Esperanza fue lo único que permaneció en la caja. La depravación erosionaba sus paredes interiores y desprendía miasmas hediondos.
Estaba en la Caja la Esperanza, pues es un mal cruel.
Habla su lujuriosa boca de deseos inefables. Escupe quimeras tristes y absurdas pretensiones. Hace creer en ficciones y falacias. Su zalamera lengua lúbrica, sus brazos aduladores y su risa de ramera emborrachan fácilmente.
Luego, más tarde, deja que te revientes contra la Realidad. Aun así, se las ingenia para que vuelvas a creer en ella una y otra vez. Una y otra vez...

7 de octubre de 2008

Colours



¿Para qué voy a tratar de mejorar lo inmejorable? Sólo lograría emponzoñar de palabrería inútil lo que por sí solo basta. No tiene sentido alterar la perfección. A veces hay que dejar que otros hablen por nosotros si no nos cabe duda de que lo harán mejor. Ellos mejor que yo para definir la desazón que provoca el caprichoso, niño y cruel Amor. Cito varias estrofas de dos de los "grandes", aun insuperables, aun vigentes.

"Huir el rostro al claro desengaño,
beber veneno por licor suave,
olvidar el provecho, amar el daño;

creer que un cielo en un infierno cabe,
dar la vida y el alma a un desengaño:
esto es amor; quien lo probó lo sabe".

Lope de Vega.

"Es hielo abrasador, es fuego helado,
es herida que duele y no se siente,
es un soñado bien, un mal presente,
es un breve descanso muy cansado.

[...]

Es una libertad encarcelada,
que dura hasta el postrero paroxismo,
enfermedad que crece si es curada.

Este es el niño Amor, éste es tu abismo.
¡Mirad cual amistad tendrá con nada
el que en todo es contrario de sí mismo!

Francisco de Quevedo

Gracias a los que saben aunar en su voz el resto de las voces. Gracias a los pechos que saben del amor por su fuego y del dolor por la sal. A los que suspiraron enamorados ante la llama lunar y a los que al vino les sabe a nostalgia.

Gracias a los que hicieron del amor su cilicio.







6 de octubre de 2008

Románticos: Víctimas con gusto y razones.






Werther besa el cañón gélido con su frente, encima del ojo derecho.

Está triste, frente al prometido de Lotte, su adorada, amantísima, elevada y argéntea Lotte. Y todo calificativo es poco ("¡Voy a verla! Y todo desaparece ante esa perspectiva.) al pensar en el piélago de sus ojos negros. El prometido, hombre de bien por todo lo demás, le arrebata el arma y despotrica contra los suicidas, los acusa de cobardes. Werther, que llega a decir que la iría mejor la vida sino fuera un loco, se exalta.
"¿Acaso vosotros lo hombres, habéis indagado en las acciones internas de la acción? ¿Sabeis con certeza las cosas que las producen? Si así lo hicierais, no juzgaríais con tanta ligereza. ¡A de vosotros los hombres razonables! ¡Pasión! ¡Embraguez! ¡Demencia! Vosotros los virtuosos reprobáis al borracho, despreciáis al insensato. Yo me embriagué más de una vez, mis pasiones rayaron la locura y ninguna de ambas me pesa, pues he aprendido a comprender que todos los hombres extraordinarios han sido siempre tildados de locos y de borrachos."
"Incluso en la vida ordinaria resulta intolerable oír gritar ante una acción libre, noble, inesperada: ¡ese hombre está borracho; es un loco! ¡Avergonzaos los sobrios!¡Avergonzaos los sabios!"
-"En realidad es más fácil morir que soportar con entereza una vida llena de penalidades."- sentencia Albert, el prometido. Werther responde, casi al límite de su paciencia, pues odia que le vengan con trivialidades cuando él habla de todo corazón.
-"¿Te atreverías a llamar débil a un pueblo que gime bajo el yugo insoportable de un tirano, que finalmente explota y rompe sus cadenas? Mi buen amigo, si es esfuerzo es fortaleza, ¿por qué la tensión en grado máximo no habría de ser lo mismo? Llamamos enfermedad mortal a aquella que destruye a la naturaleza, sus energías, la inutiliza para el servicio, hasta que no puede valerse más por sí misma, ni es capaz de restablecer el curso ordinario de la vida. Apliquemos ésto al espíritu. Observa el hombre es sus limitaciones, mira cómo actúan sobre él las impresiones, cómo arraigan en él las ideas, hasta que al fin una pasión creciente le roba las serenas fuerzas de la razón y le impulsa a su destrucción. ¡En vano el hombre sereno y sensato contempla el estado del desdichado, vanas serán las palabras que le dirija! Viene a ser lo mismo que si una persona de buena salud se sienta en el lecho de un enfermo; no podrá transferirle ni un ápice de sus fuerzas."
Ambos se van sin ponerse de acuerdo.
El invierno comienza para Werther, que se muerde los labios al comprenderse ciego ante la evidencia. Sabe, sabía, que no podía tener ninguna pretensión sobre Lotte y ahora se asombra porque otro se la va a quitar. Se muerde los labios, como digo, y se burla de su desgracia.

5 de octubre de 2008

El lenguaje invertebrado


Habló el Gran Hermano de la inutilidad de las palabras. De no decir "excelente" cuando puedes decir "másbueno"(plusgood); de no decir malo, si puedes decir "nobueno" y de esas manera, con un único lexema significativo, poder extenderte entre las inagotables (¿inagitables?) ramas del significado, con la mera herramienta de los sufijos, infijos y sufijos. De esta manera, te ahorras cientos, miles de palabras y das a entender lo mismo. Pues somos muy permisivos a la hora de entender: no necesitamos un mensaje inmaculado, ni una oratoria asiana para hacernos una idea de lo que nos dicen. -Pásame el "este" de "esto"- Un gesto vago basta para comprender. Efectivamente, si fuésemos sibaritas de la comunicación perderíamos casi la totalidad de los datos que nos llegan, sobretodo debido a la vaguería que nos da pronunciar con exactitud y que hace que las lenguas tiendan a una simplificación progresiva. Pero no da igual llamar a las cosas de cualquier manera. El lenguaje se crea por necesidad. Es una sandez ofuscar, embrutecer nuestra capacidad comunicativa, tirar por tierra las cumbres que alcanzaron en otros tiempos. Es un retroceso reducir nuestro vocabulario, pues las palabras matizan nuestro pensamiento. Nombramos con ellas, clasificamos con ellas, censuramos, conquistamos, criticamos con ellas. Y no todo vale a la hora de hablar o escribir, el fin no es sólo hacernos entender sino hablar con exactitud rigurosa. No es lo mismo decir "muy bueno" que "excelente". Cada palabra es como un cofrecillo rebosante de connotaciones, henchido de implicaciones propias.
Para nuestra supervivencia necesitamos pocas palabras, es cierto. O ninguna. Podríamos vivir con gestos si nuestra vida se redujese a dormir, comer, reproducirnos y alertar de los peligros. Quizá fuese necesario algún bronco gruñido, y basta. Al desembarazarnos de la losa del peligro que supone el día a día, al conseguir la hegemonía, al domesticar medianamente a animales (él era un animal a la par que ellos, inerme y no poderoso) el hombre comienza a hacerse con un lenguaje cada vez más pulido. Y, como digo, este tránsito sólo responde a la necesidad de precisión que tiene el hombre por calificar cada vez más minuciosamente los hechos que pasan ante sus ojos y ante su juicio. Y no sólo a lo que ocurre fuera de él, sino que busca un nombre a las erupciones candentes que brotan de su interior, ya sea a la soledad, al loco amor, al odio corrosivo o al aburrimiento. No podemos suprimir algo así, pues sería suprimirnos a nosotros mismos, sería negarnos nuestras peculiaridades supremas.
El Gran Hermano buscaba hacer al hombre somero, bruto, bovino. Quítale el lenguaje, quítale los libros, quítale el cerebro. El yugo de la ignorancia nos hace ciegos y sordos y lo que es peor, crédulos. Fáciles de maravillar.
Dime... ¿cómo es posible reducir el lenguaje a seis palabras? ¿qué palabras serían? ¿Comida, Cama, Coche...?¿Tendrían cabida los "te quiero"?
Sin duda, si la humanidad se conforma un día con seis palabras, por mí puede desaparecer. ¿Qué fin tendría su existencia y la existencia de civilización? Y sería, irremisiblemente, el ocaso del arte, de la música, de la literatura, de las buenas conversaciones reflejadas en un espejo de café. Yo, particularme, no quiero vivir en un Mundo así, pues es un Mundo sin pulso. De venas secas y cuerpo inane.

4 de octubre de 2008

Quejido de espejo



El recuerdo de un beso, ahora, que el cielo boquea, me viene a la boca.
Se hace saeta de presuntuoso cuello el viento y el mío propio se encharca de relente.
Piélago ojeroso en todo lo que veo. Algas crujientes por ojos, bestias marinas por corazón tienen las sombras sucias de la fría pared.
Piensas, pensaste, que era una niña. Me reía cuando me mirabas, condescenciente y piadoso, como a una niña. Sin embargo, te cansaste de mis sueños pueriles cuando se cayó la baraja.
Se quiebra el día. La vida astillada entre los labios de dioses moribundos. Palpitante vientre oblongo, el del Sol en el ocaso, punzado con un obligo eterno, de oro e impudicia, de pieles obsesivas, que baila el alado baile de los muertos.
Todo muere hoy.
Todo muere menos mis llamas de mortal.
Que son un abyecto fuego de dos colores y faldas promiscuas.
Todo muere menos tu mano de amo.
Obelisco, Estrella, Barro. Me guía tu mano de mano al abismo. Lo acepto: tu mano de amo es mi abismo. Tu mano de amo...

Inauguración del Blog

Hoy es un día del mes de octubre. Octubre neonato. El Sol es frío y me enmudece; no tengo gran cosa que decir. Hoy, además, creo mi blog y se me tuercen los planes nocturnos. Cómo me molestan los imprevistos... casi tanto como morderme la lengua.
Hoy nace mi blog.
Empezaré con las palabras que dan comienzo a "Cabaret". Al leerlas rezuman el fulgor de los brazos flojos de Liza Minelli y el aroma de las gargantas de las enfebrecidas cabareteras. ¡Qué gran película!

"Había una ciudad llamada Berlín en un país llamado Alemania. Había un cabaret y un maestro de ceremonias. Era el fin del mundo y yo bailaba con Sally Bowles... (los dos estábamos profundamente dormidos)."


¡Bienvenidos!