10 de octubre de 2008

Viernes de lluvia


Hoy comí, tras salir de la universidad (en donde he aprendido, entre otras cosas, cómo representar en escritura cuneiforme una oveja y a la diosa Inana y los vastos conocimientos que pueden tener algunas personas sobre temas inhóspitos), en un restaurante de Nueva Orleans llamado Gumbo.
El plato estrella son los tomates verdes fritos, delicia sureña, entre otras exquisiteces que nacen de la mezcla española-criolla-francesa. Este acogedor lugar de estilo minimalista se encuentra en la calle Pez, en Madrid. De allí, bien comidos y yo con la mejilla manchada de brownie, (vamos, que nos habíamos puesto como unos cochinos) nos encaminamos a ver Arte.
Primeros nos dirigimos a la exposición de "Obras maestras del Museo de Montserrat. De Caravaggio a Picasso". Eluden mencionar los pintores que abarca este enorme salto. Cualquiera que me conozca sabe lo permeable que soy ante obras de semejante magnitud (no por su tamaño sino por su maestría apabullante). No cabe mencionar mi embeleso ante la "Madelaine" de Ramón Casas o ante el extraordinario cuadro morisco de Mariano Fortuny. Sargent, Rusiñol, Dalí, Meifren, Vaccaro, Romero de Torres, los impresionistas... todos dispuestos a hacerme perder la compostura. ¡Ese "Delante del baño" tan luminoso, tan sutil y tan íntimo! Ese precioso perfil recortado de la nuca, el rostro, el cabello vibrante; el perfil del pecho primoroso en su desnudez. Ha arrebatado la privacidad de la barbilla, del cuello, de la muñeca tenue que se desvisten lánguidamente antes del baño.
La segunda exposición son "Los tesoros subterráneos de Egipto". Es muy recomendable, sobre todo para ver la contaminaicón (en el buen sentido) que se produjo en la estatuaria y vida egipcias tras las numerosas conquistas que padecieron.
Después de este día tan cultural y con el mono saciado y con las retinas laureadas fui a mi segunda casa, (sin animo de hacer publicidad agresiva): Hipercor/Corte Inglés. Fue en el hiperdor de Pozuelo dónde me encontré con un especimen "mu raro". Iba yo con una urgencia primaria atroz, buscando los aseos como un felino sobreexcitado. Llego a los baños, al fin. Yo no he visto mujeres más hacendosas que las que se ocupan de la limpieza de los baños del Corte Inglés, porque es querer entrar y siempre hay una. Voy corriendo hacia la planta dos y a medio camino, me asalta un... "ser". ¡No! El Ser.
Me quedé lívida. Iba atrozmente maquillado y me sonreía con una mueca siniestra. Lo peor era cómo me miraba y cómo movía los rígidos brazos imitando una marioneta tétrica. Anunciaba un perfume; no llegué a ver la marca. Llevaba incluso una manecilla de las de dar cuerda a los muñecos en la espalda. Me dejó tan impactada ese engendro de la no-naturaleza que me medio tropecé con las columnas de publicidad de la zona de cosméticos. No sé que impresión esquizoide me dió que se me figuró como un autómata maligno. ¿Qué anunciaría esa marioneta diabólica? Y lo peor es que me pareció oír al muy asqueroso riendose de mí, ¡pero mírate cómo vas tú, so payaso!
Estoy segura de que hoy soñaré con esa cara chorreando maquillaje sobre mí ,y con el dulzón y aletargante olor de la laca pasada de fecha.
Me pase todo el tiempo procurando no encontrarme con aquella aberración que parió la publicidad más enrevesada. ¡Qué mierooo!



3 comentarios:

Anónimo dijo...

Emociones contrastadas para un viernes, siempre son los viernes un punto de ruptura, como si su función fuera galvanizar anonadados sentidos.
Me ha inspirado tu artículo, es una inspiración de esas de papel y lapiz...

Anónimo dijo...

estoy segura de que tengo algún tipo de derecho a leer lo que inspira mi escrito...
al menos me gustaría mucho.
Un saludo

Anónimo dijo...

Curioso relato pero totalmente identificativo de la autora que lo escribe, quien es capaz de dar 1 sentido literario a 1 simple anécdota en el corte inglés,dotando de cierta armonía al mero hecho en sí. ¿Hasta en tu vida cotidiana ves todo narrado como en 1 libro? No me contestes, ya conozco la respuesta.
Un saludo, creo que sabrás quien soy