25 de septiembre de 2010

Por mí y por mis compañeros

Mi arruga nasogerana izquierda es más profunda cada día. El izquierdo es el lado de la maloclusión.

Mis pupilas se hacen más pequeñas y rotas y vítreas cada día. Mis cejas puntiagudas caen por momentos, dando a las sienes de humano triste ventaja sobre el cabello. Mi color es el rubio ceniza, pero quise teñirme el pelo de negro para que contrastara mortecinamente con mi piel. Tengo los tobillos anchos. Tengo dedos maleables, como si me hubiese roto las falanges muchas veces. Y, aunque aún no tengo veinte años, mi mirada es miope y apagada; ancianamente azul y de pestañas cortas y podridas.

La Imposibilidad. Se puede vivir siendo incompatible con la vida. Soy la hija perfecta de la Modernidad. Pero menos infeliz de lo que quisiera.
***

2 comentarios:

M. dijo...

En lo referente a las arrugas... en la novela "Diario; una novela" de Chuck Palanhiuk el escritor da comienzo a todo con una reflexión similar.

El final es sublime.

jimmy james dijo...

¿Otra hija de la vejez sin años? Sólo diré que no es bueno desear ser más infeliz... En eso se delatan los menos de veinte, if that were true.

Las arrugas persiguen al que se mira en espejos o charcos... Es una mala costumbre: uno nota no sólo que el tiempo pasa, sino que empieza a mirar su alma (salvo que uno sea narcisista, que no es mi caso al menos)... No abundaré al respecto. Posté anónimo hace un par de entradas, pero soy un viejo conocido que esta jugando a fragmentarse en diferentes caras, a ver si olvido la mía un poco, que no me gusta como se ve ultimamente.

Saludos