25 de septiembre de 2010

Las rígidas nucas de los fantasmas

Yuri Eremin


Piso la carroña perpetua que hay en el camino. Una alcantarilla pestilente resguña la tierra. Dentro de ella flota un plástico rosa. Es una lengua. Encojo los hombros y le presto mi cara al sendero grisáceo que hay a mi espalda.

Un chico que tiene plumas recién nacidas de la cabeza lee a Sartre. Una mariposa moribunda me construye una diadema. Me pregunto qué es una mujer sola pisando una tierra arañada.

El Amo del Castillo Rojo vendrá pronto. Sigo andando, sigo masticando el aire. Me crecen los brazos; mis uñas chocan contra los zapatos deformados. Se me dilatan las sienes de filósofo alemán y mis labios amarillean. Me ha salido un pico. Estoy demacrada.

El Amo del Castillo Rojo vendrá pronto. Será Prometeo. Me traerá el fuego. Soplará el fuego en mis venas y me levantará como el que abraza a un rey en su agonía. Tapará los espejos para que no me atrapen el alma. Después se irá. Los hilos volverán a tensarse. Yo me convertiré en la nuca de un fantasma y pisaré la carroña orinada que hay en el camino.
***

3 comentarios:

M. dijo...

Yo, en tu lugar, temería al Amo del Castillo Rojo. Quien juega con fuego, termina quemándose.

LaNieblaesRubia dijo...

Cuando te pasas los días congelado, el incendio es una bendición.

Soy Leyenda dijo...

Si fueras ella no me temerías y haces bien haciéndolo al ser otro que se pone en su piel. Niña M de Nieve ya llegó el Otoño, que ardan ahora las montañas de escombros que separan nuestros suelos.