6 de marzo de 2010

Hacerte charco

La lluvia araña.
Devora los huesos. Apaga los tuétanos. Sacude la ropa.
La lluvia araña.
Escupe. Babea las sienes y
expele barro.
Desholla y congela.
Excreción sucia
que enegrece el cielo;
Sudor de alcantarillas;
Moho de lágrimas;
Sarpullido de choches;
Brillo de anorak
y cenizas.
La lluvia nos hace charco.
Nos tiende sobre la lengua de los adoquines.
Entra en nuestras cavernas
para apagarnos.
Paciente, pecosa, supurante,
nos obliga a llorar
por su caída mutilada.

5 comentarios:

lobo.Z dijo...

tantos nombre...palabras con mal significado. la llamas de muchas maneras, algunas nuevas para mi, lo que se de ella es que si te ofende, perdonala, ella escapando de los cielos tropezo contigo y piensa que hacerte charco es aproximarte a ella...la lluvia solo quiere ser tu amiga (aunque duela)

Anónimo dijo...

Niebla, eres de una belleza triste. La lluvia cae, pero no para hacernos charco; cae para burlarse de nuestras penas. Nos limpia de alegrías.

Supongo que algunos ya somos charce, desde antes que esta cayera.

Saludos.

P.S: Publiqué dos nuevas fotos este mes, por si quieres verlas.

LaNieblaesRubia dijo...

Creo que por vuestros comentarios se percibe que veis la vida por un prisma distinto.
Son muy ilustrativos.

Matias Rivera Baeza dijo...

La lluvia cae por la condensación y la gravedad. Los charcos se forman por escurrimiento y relieves de terreno... Nosotros escogemos como leer su caída paciente y anodina, y hacemos de ella -como de todo- el símbolo que mejor podemos. Yo la veo cayendo sobre los perros que se esconden bajo los aleros. La reciben los cementerios, y los vagos. Los charcos reflejan las nubes gríses y el barro se acumula en las suelas. También golpetea las ventanas empañadas del invierno, tras la que personas se entregan a las labores del sexo, a tomar te, fumar y beber vino navegado y quizás una estufa emana olor a parafina y cascara de limón. Llueve sobre la pena, que quema si se esta sólo, pero la lluvia lava el asfalto, y los árboles, reducidos a una esquelética y negra silueta convulsa no podrían florecer, ni tendríamos hojas para hacer crujir en otoño ni flores que regalar a los que amamos ni sandías ni melones en verano. La lluvia araña, entumece las manos y se parece a las lágrimas. Las lágrimas sin embargo un día cesan, una vez que hemos gastado el dolor rememorándolo. Y ese día vemos los dones que nos ha dado el dolor, ya que del dolor florecen maravillas como de la tierra empapada por la lluvia germina la vida una vez más. La lluvia es un intervalo, desciende a lo profundo de la tierra y a lo profundo del alma, trae de vuelta a los que hemos perdido, y si sabemos, podemos saldar cuentas, cerrar capítulos y prepararnos para seguir andando, una vez más. La lluvia es poderosa, y cae para lavarnos como un bautismo...
Puta que ando lírico...

Max dijo...

muy lindo, felicitaciones
pasate vos por el mio http://www.relatosdeundesquiciado.blogspot.com/