13 de enero de 2010

Segundas Nupcias


Lord Henry Wotton dijo que cuando una mujer se vuelve a casar es porque detesta a su primer marido. En cambio, cuando un hombre vuelve a casarse, es porque adora a su primera esposa.
Álvaro y Carolina llevan dos años viviendo juntos. Ella se ha sentado a su lado y, alumbrada por una lámpara hecha de entrañas, le ha dicho: “Quiero que nos casemos”. Hace ocho, él se casó con Lorena. Mira la cara de Carolina, que siempre le ha parecido demasiado sintética y se da cuenta de que tiene un lunar debajo del ojo derecho. La convivencia con Lorena fue narcótica y dichosa como un sueño atigrado, hasta que un día los árboles volaron y el suelo de galgos grises huyó de sus pies. Él echó de menos las paredes que compartió con Lorena hasta mucho tiempo después de perderlas de vista. Se sintió solo y Carolina llegó con los brazos oliendo a cama devastada justo cuando él creyó poder olvidar a Lorena. No lo hizo, y no pudo volver a ser como antes de encontrarse al muerto en su cabeza. Pero sí enterró el anillo en un sitio que ya no recuerda.
“Quiero que nos casemos”. La mirada cerrada. Sus pendientes de oro alumbran tanto como el sol. Álvaro dice que sí, que claro, que por qué no ¿acaso tenía algo mejor que hacer que quedarse totalmente frío dentro de su traje de chaqué? Nada iba a enseñarle a quererla, pero podría pronunciar la “j” de “mi mujer” de nuevo hasta hacerlo sonar convincente. Siempre le había gustado la declamación teatral. Ella sonríe como si experimentara el infinito, y él piensa que ella ha nacido para disfrazarse de novia.
Llega el día de la boda. Carolina se retrasa más de lo normal, y la melodía de un móvil atraviesa el techo. No es un grito de rebeldía; es una notica que limpia el aire.
Álvaro y los invitados salen del Juzgado. La rotonda está lo suficientemente cerca como para llegar rápidamente. Él va a la cabeza de la turba. Ve a Carolina como una paloma que ha perdido el vuelo, con su vestido de vendas blancas extendido, y la cabeza sangrando. Ha salido despedida del coche nupcial. Debido al severo régimen que inició hace un mes, ahora tiene la cara afilada, y se evidencia su leve prognatismo. Las pantorrillas blancas y rechonchas están obscenamente descubiertas, y la sangre vuelve sus tirabuzones rubios en unas marrones costras que se le pegan a la frente. Está muerta. Con su vestido de novia.
Álvaro busca en los bolsillos de su chaqueta y saca el anillo y se lo pone en el rígido anular, donde brilla parecido a un rasguño de oro. La gente a su alrededor llora como plañideras griegas.
Es uno de esos momentos vitales en los que todo va rápido y sabes que ha terminado un capítulo para empezar otro. Toda la calle, el zumbido de los edificios, las sirenas, el rojo sobre el blanco, la memoria de la carne; todo te dice impaciente que hace frío, que toca nacer de nuevo.
Álvaro levanta los ojos del cadáver de Carolina, atornillado a la muerte, violáceo, desvestido de gloria y prodigios. La novia, esa paloma de nubes, está muerta. Y qué tranquilo está el novio, sin ascuas en el cerebro, y algo menos en el corazón.
Levanta los ojos de Carolina y del obsesivo fluir de la sangre por su rostro. Entonces, detrás de toda esa gente que hace un corro, ve a Lorena y a sus pupilas de zorro joven. En su pelo liso y oscuro queda el último rayo. El marcado y fijo hueco que está encima de sus delgados labios, el vestido de Carolina, las campanas de una Iglesia remota, y el olor de los neumáticos que pasar cerca de la muerta, le crean al Álvaro una ilusión. Retrocede ocho años atrás, a una pequeña capilla de la costa. El sol se aleja en el infinito y los barcos en el mar. Él está diciendo: “Sí quiero”. Y es bastante feliz.

8 comentarios:

Anónimo dijo...

A veces, la muerte nos libera de cosas que de otra manera no nos dejarían en paz.

Bufon compuljido dijo...

al leer 'rotonda' sabia lo que pasaria, al leer 'sangre' se me qutaron las ganas de leer.....
buena historia M.g , solo espero que odies a lorena y a ese jilipollas tanto como yo.

LaNieblaesRubia dijo...

¿Por qué iba a odiarlos?
Me he imaginado a Carolina como una mujer infantil que cree sacar algo trascendente de un ritual absurdo y obsoleto. Lorena no sabe nada y Álvaro... ¿qué puede hacer si no la quiere?

Bufon taziturno dijo...

solo odio la parte que se parece a mi, odio su conformismo. Todos tenemos un tiempo en que tenemos que ser duros, el suyo con lorena no es ese. ¿como acabaria bien? si fuera solo un mal sueño.

LaNieblaesRubia dijo...

Algún día una mujer querrá echarte el lazo. Vas a revolverte como hace Gos cuando no quiere llevar collar?

bufon travieso dijo...

pues claro que si!! , los collares pican. Las mujeres para mi sois igual, al principio te sientes orgulloso de llevarlas colgado y al final solo queda una placa con su nombre.

LaNieblaesRubia dijo...

Quizá algún día cambies de opinión y te vea cortándote la corbata...

bufon sabio dijo...

señorita, el amor es como la exactitud, la perfeccion, la libertad...como muchas otras cosas..NO existe, pero hay que seguir buscando