6 de junio de 2010

Agradaré (I)




La princesa estaba sentada al borde de un gran atrio. El caballero se arrodilló frente a ella y tomó su mano incólume y gimiente. Su armadura bizantina parecía hecha de vidrio y en los ojos llevaba una expresión maniatada.


"Es difícil hablar ante tu mirada de látigos verdes, princesa. Estoy aquí, postrado ante tus labios contritos, ante tus cejas soberanas y ante todo el universo unitivo que es tu cara; pensando que detrás de ese rostro opulento están girando un sinnúmero de pensamientos, voluntades, y horas anteriores a este momento congelado. ¿Qué razonamientos coronas de forma secreta? ¿Acaso tus muros de belleza fingen no derretirse nunca? ¿Podré saber quién eres?


Perdona, señora mia, que las palabras me salgan como espasmos, que sea osado sin motivo. Tus párpados rosas, o tu cuello, o tus mejillas, o tu boca -clamor lunar y risa de oleaje- me aturullan. No, no es eso; es tu silencio el que me ofusca. Yo quiero que hables. ¿Qué sientes? Me pierdo en dilaciones para no llegar al momento crucial de mis sueños perdurables.


Princesa, quiero darme a ti, por entero, para siempre. Si ser consortes significa gozar o sufrir la misma suerte y tener una idéntica vida; si ser consortes significa que mi existencia sea efecto de la tuya y que mi alma agonice dentro de tu alma y nunca por separado, ¡quiero ser tu marido! Si me admites, por mi voluntad y mis brazos, sabrás que mi empeño es salvarme mediante tu amor, y tú te salves mediante el mío. Respiraré el aire que tú sorbes de tal manera que tú rutiles en mi boca para siempre. Escucha la voz que por ti vive. Elige o rechaza a quien solo con verte es hombre, filósofo, héroe, inmortal y mundo, y que cuando no te ve, es una máscara sin memoria ni futuro."


La princesa miraba al caballero con alegría táctil. Le derrotaban en dicha las palabras que salían de su boca. Desde el primer momento que vio al caballero, todo ímpetu e impulsividad, hacía escasamente un mes, sintió que su corazón se restañaba. Lo aceptó con el pecho extasiado, y se convirtió, de este modo, en su prometida.

2 comentarios:

licaon memento mori dijo...

...la mujer que nunca se bestira de blanco, no, nunca mas....entonces, ¿nos esta contando una historia de miedo?.
Con amor por medio, las heridas no duelen, la sangre no importa que salpique.

LaNieblaesRubia dijo...

¡Espera y verás!