La Niña miró a la figura que se iba con sus ojos, grandes ojos, de eternas claridades. La Niña cerró su boca en un gesto de extraña majestad que tiñó de rojo el empedrado. La figura dobló una esquina, y los rugidos letárgicos hicieron que la Niña se tapase los oídos. La figura desapareció y el rostro de la Niña adquirió el color de una pálida margarita. La inmensidad del día avanzaba, y el amor la estremeció con su tenebrosa brisa.
¡Muerte al punki! xXX
Hace 2 años
3 comentarios:
Me encanto, me trae un cierto recuerdo de la infancia... Me seguiré pasando por aquí
...como en cada historia tenebrosa, solo espero un final feliz. Imagino a esa niña como escapa de su pais de las pesadillas...no se, no la conozco y ya me cae bien
Muchas gracias y bienvenida, chica del nombre impronunciable =)
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