2 de abril de 2009

17:52




Ya no estaba enfadada. Se enfadó porque él se negó a tocarla por cómo iba vestida: el corpiño barato no terminaba de ceñirse a su cuerpo y el maquillaje estaba mal aplicado; le había dejado la cara moteada- y más saludable que de costumbre. No había dejado de ser una excusa más. Era bonita casi a todas horas, por la sombra de preocupación que le aportaban las delgadísimas cejas. Un rasgo de teatralidad, parecido al de las actrices de los años 20, que le hacía parecer una mujer de consecuencias. Solo parecerlo. En el sofá, era una contorsionista enana, o al menos eso podía traslucir la ordinaria postura de sus piernas. Pero ayer... ayer él no quiso rozarla, y ella puso la cara que consideró que encajaba en ese contexto, - de las cuatro que tenía- que era una mezcla de perplejidad, enfado y dolor. Y sus labios tomaron forma de una omicron pequeña. Él pensó en decirle que iba vestida como la ayudante de un mago ambulante abandonada en la selva, pero se abstuvo. Y que toda la carne que enseñaba pedía a gritos un mordisco, blanca como leche en polvo y, en apariencia, húmeda. Pero no dijo nada. Se limitó a imitar al vacío, negando con la cabeza.

Ella se levantó y paseo su cuerpo de 1,59 por el salón. Tenía la cabeza de una tripulante espacial con escafandra. ¿Cuánto llevaba en su casa? Ya iba para tres meses. Le tocaba irse. Tomó él la resolución procurando no mirar la contracción de su vientre al agacharse, ni el oscilar de su brazo laxo. No miró sus labios, que tarareaban una canción. Tenía que irse hoy mismo aquella chica de la sierra, que juraba no comer y arrastrar consigo un ejército de fantasmas y dolores invisibles. Le solían cansar aquellas mujeres que se creen un palomo herido y un terror supurante. Que aún no se hubiera largado era un misterio. - Si alguna vez salgo con otra persona que no seas tú...- dijo de repente la voz reposada de la joven. ¿Cómo no iba a salir con nadie más? "Que salga, que salga y termine con alguien que no le pete las venas."- pensó él. ¿Tenía que sentirse alagado por que ella barajara la posibilidad de estar siempre junto a él? Se asfixió de súbito. Los ojos de ella no parecían los de una descerebrada, como gritaba el resto de su fisionomía. Eran mansos y domésticos. Tranquilizadores. Pero... no, no. No podía permitir que se quedara para siempre. Se lamentó de haber pensado en esa posibilidad.
- Si alguna vez salgo con una persona que no seas tú... - hizo una inflexión en el tú, clavándolo en el aire- la trataré fatal. Horrible. Le haré la vida imposible. Le humillaré, desdeñaré, insultaré...- se quedó sin palabras vejatorias. Y puso cara de reflexión.
- ¿Y por qué harás eso si puede saberse? ¿Que culpan tienen?
- Sí tienen culpa. Se lo merecen por no ser tú.
La chica tenía gracia. Se había puesto en jarras y le miraba con ojos algo enrojecidos por la alergia. Estornudó y se rió porque un mechón largo de su pelo oscilaba como la cola de un caballo frente a su nariz.
Quizá podría quedarse un par de meses más.

5 comentarios:

Seth dijo...

siempre me queda la duda de si hay algo de autobiográfico en tus historias...

Anónimo dijo...

Por alguna razón inexplicable tu relato parece un espejo, una pantalla.

Saludos.

LaNieblaesRubia dijo...

ni siempre ni nunca son autobiográficas.

Saludos a ambos.¡

Gustavo San Miguel dijo...

Interesante. Parece mentira, no obstante, el sentido que puede alcanzar cada frase con "Hoppipolla" de fondo.

Anónimo dijo...

que te puedo decir, no haré ningún analisis, me gusta sencillamente, tiene fuerza.
No dejes de escribir ;)
besos