La depuradora de agua, la carretera, las rocas.
Todo lo que veía era una acuarela descolorida; el subterfugio húmedo de las montañas y sus espectros. La niebla y sus capotillos sobre los árboles jorobados. Los coches y las vallas de espino presas de líquenes y similares una postal diluida.
El cielo también estaba disuelto en agua.
Él recuperaba la respiración y el dolor de su costado. Había subido muy deprisa la ladera. Recordó cuando le dijeron "te darás cuenta de que estás enamorado cuando todo tenga olor" y , al sentarse en la piedra, al empaparse los pantalones con los restos de nieve, casi le aturdió el vaho de las cortezas de los árboles, del barro, de las aceras sucias de nevisca sucia.
Y casi le enloqueció la música vacilante que sonaba en los cascos de su reproductor. Y casi tropezó cuando, sin saber que hacer, adelantó los brazos como abrazando a la nada y se sintió torpe, abnegado y solo, en medio de una marisma de olas perfumadas. Torpe, abnegado y solo; tanto, que mordió un guante, y se le quedaron los labios llenos de pelusas.
El amor era una lija. Su voz era inútil chocado en los cráneos de las piedras. Las nubes no apuntaban a ninguna dirección.
El sol perecía uno y una mala réplica.
Y notó frío, no por la quietud helada del día, sino por la ausencia de unos brazos en los que apoyarse si cayera.
"No estás"
"No estás"
Y si no estaba, los universos se comían unos a otros.
El cielo también estaba disuelto en agua.
Él recuperaba la respiración y el dolor de su costado. Había subido muy deprisa la ladera. Recordó cuando le dijeron "te darás cuenta de que estás enamorado cuando todo tenga olor" y , al sentarse en la piedra, al empaparse los pantalones con los restos de nieve, casi le aturdió el vaho de las cortezas de los árboles, del barro, de las aceras sucias de nevisca sucia.
Y casi le enloqueció la música vacilante que sonaba en los cascos de su reproductor. Y casi tropezó cuando, sin saber que hacer, adelantó los brazos como abrazando a la nada y se sintió torpe, abnegado y solo, en medio de una marisma de olas perfumadas. Torpe, abnegado y solo; tanto, que mordió un guante, y se le quedaron los labios llenos de pelusas.
El amor era una lija. Su voz era inútil chocado en los cráneos de las piedras. Las nubes no apuntaban a ninguna dirección.
El sol perecía uno y una mala réplica.
Y notó frío, no por la quietud helada del día, sino por la ausencia de unos brazos en los que apoyarse si cayera.
"No estás"
"No estás"
Y si no estaba, los universos se comían unos a otros.
6 comentarios:
Cuando estamos solos, el amor duele como un rocazo en el pecho. Me ha gustado bastante Niebla, un saludo y nos seguimos leyendo.
¿cómo plasmarías tú algo así?
¿Plasmar algo cómo? Disculpa, no entendí tu pregunta Niebla, aunque si te explicas estaré gustosísimo de responderte. Un saludo, cuídate.
el amor y la soledad. No sé, imagínate que estas frente a un papel, ¿cómo empezarías?
Mmm, creo que lo más cercano que he estado de expresar con sinceridad aquello que me preguntas es esto:
http://randomcreativeflux.blogspot.com/2008/12/dnde-ests-amor.html
Para mí, es menos el amor en la soledad, y más la soledad en el amor. El deseo de amar.
Señor A.M.A. despues de haber leido la poesia que nos indica, de veras consideras que es un buen poema? En serio.
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