22 de junio de 2009

Jueves sobre blanco

Cerdo y blanco. Mano sobre boca. Cordero. Vestido blanco. Callar, callar, callar al oír. Tensar las piernas y no patalear. Nunca enlazarlas. Callar, callar, callar, y olvidar a marchas forzadas. Si había aprendido ya, madre, si había aprendido ya… ¿por qué tropiezo? ¿Por qué me rompo?
Callar también los ojos, dos estanques en carne viva, dos llagas babeantes. Y agua; saliva en el polvo. Meterse en vida estrecha, en la vida de otro. De obligarme a ser otro, me convertí en otro.
Y chillo callando, vivo muriendo, es este disfraz de cenizas frías.
Sangre en el fondo de mi copa. Me ahogo de abnegación autoimpuesta, de silencios tiranos, de mi verdadero ser sepultado, que araña esta máscara muerta. Las dos caras se han congelado. Golpea el suelo la suela de mi boca.
Espectros de mis dioses y de mis tumbas. Nucas heladas. Mi sueño “es”, mi sueño “fue”, mi sueño “será”, componen esta cara de reflejos. Mis manos son sombras de mis peores sueños. ¡No sé en qué punto dejé de ser para convertirme en retazos de carne de hombre!

***

1 comentario:

Anónimo dijo...

Si intentaras escribir algo similar sobre el tema en el que discrepamos en mi blog, quizás te convenceria un poquito ;).

No te diré que me encantó, poque sabría a poco. Saludos M